Académicos de la Casa de Estudios plantean sus visiones sobre este mineral clave en la producción de baterías que se utilizan en vehículos eléctricos cuya demanda ha aumentado significativamente los últimos años.
La continua búsqueda por encontrar soluciones a los problemas medioambientales generados por la contaminación ha llevado a la electromovilidad a convertirse en una de las protagonistas en el combate al cambio climático, promoviendo un transporte más limpio con el fin de reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI), entre ellos el dióxido de carbono (CO2) que se concentra en la atmósfera debido al uso de combustibles fósiles que se utilizan tanto en los medios de transporte como en procesos industriales.
Lo anterior, ha provocado que la venta de vehículos eléctricos ha aumentado progresivamente y de manera veloz en los últimos años tanto en Chile como en el mundo, creciendo de esta forma, además, la demanda de las materias primas que se utilizan para la producción de estos móviles, siendo el litio un elemento fundamental para el desarrollo de sus baterías.
De color blanco plata, bajo volumen y peso, y alta densidad energética, el litio se encuentra en pequeñas cantidades en los ánodos y cátodos de las celdas que componen las baterías, siendo eficiente para la autonomía y desplazamiento de los vehículos.
Para el doctor Patricio Valdivia, director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Santa María (USM) y académico del departamento de Ingeniería Eléctrica, la industria mundial del litio se encuentra apuntando a la producción de almacenamiento de energía en las baterías, “por tanto es una materia prima que se está utilizado para la fabricación de estos dispositivos, los que han ido variando a lo largo del tiempo, ocupándose antes otros materiales, por lo que la investigación y el desarrollo conlleva a que se sigue experimentando en innovaciones en torno al litio”.
Agregó que por la alta demanda de los vehículos eléctricos que utilizan estas baterías, hoy “es el momentum adecuado para el litio”.
Valor agregado
En Chile se pueden encontrar grandes concentraciones de este elemento químico en el Salar de Atacama, principalmente, donde se lleva a cabo su extracción y producción, la que ha ido en aumento precisamente por el uso del litio en las baterías.
Según cifras, la compañía minera SQM produjo el 2021, 120.000 toneladas de carbonato de litio el año pasado, esperando para este 2022 alcanzar un volumen de 180.000 toneladas.
Número positivos, no obstante, para el académico USM, el hecho de que Chile tenga una política extractivista deja de lado el valor agregado que se le puede entregar al litio, “nos falta pasar a una economía del conocimiento (…) Chile tiene las capacidades de dar mayor valor agregado, por ejemplo, a la minería del cobre y también a la del litio”.
Añadió que “desde la academia se ven iniciativas y tecnologías, tenemos masa crítica y desarrollo tecnológico en las universidades. He visto construir electrodos de batería en base a litio, en la USM existe el desarrollo de nanotecnología con electrodos, hay capacidades para trabajar en desarrollo tecnológico, pero si se sigue con la política extractivista no se va a mirar las capacidades que se tienen y dar valor agregado. Mandar el mismo litio en electrodo, como un producto refinado, será más valioso para la economía chilena, para la formación de capital humano, para el mercado y la cadena de valor”.
Desafíos
Por su parte, el académico del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental, Claudio Acuña, fue enfático en señalar que, si bien está el potencial del litio en las baterías para la electromovilidad, el tema que lo preocupa es “qué se hace después con esas baterías”. En este sentido, detalló que a futuro se va a generar un problema con estos residuos que en estos momentos no está resuelto.
Asimismo, recalcó que el litio no es lo único para la electromovilidad, “cuando se habla de energías renovables se habla de paneles fotovoltaicos, fuentes eólicas, mareomotriz, geotérmica, fuentes que generan electricidad, esa electricidad que es renovable se puede usar en una batería para un vehículo o para generar hidrógeno y oxígeno que se ocupan en vehículos que se llaman Fuel Cell, ambos son eléctricos, uno ocupa la batería con un motor eléctrico y el otro hidrógeno y oxígeno (…) Y hay una tercera forma, a través de energías renovables, se genera hidrógeno por medio de un electrolizador, y luego el hidrógeno se convierte en otro producto químico el metanol, que es un alcohol, y de ese se fabrica un combustible sintético para un auto, que puede ser parecido al petróleo o bencina, o DME dimetil éter”.
Claudio Acuña puntualizó que la tercera alternativa es la más atractiva porque se utiliza toda la infraestructura disponible en la actualidad como estaciones de bombeo, camiones, barcos y los vehículos tal cual como están, “solo con una pequeña modificación, por lo que no deben desecharse millones de automóviles, porque se utiliza el motor con combustión interna”.