Columna de opinión de la Dra. Carolina Parra, investigadora del Departamento de Ingeniería Mecánica y del Centro Científico Tecnológico de Valparaíso, y directora del Laboratorio de Nanobiomateriales USM.
El complejo escenario de sequía y escasez de agua que atraviesa Chile está a la vista: déficit de precipitaciones, embalses y ríos con capacidades mínimas históricas, 98 comunas con decreto de escasez vigente y 275 en estado de emergencia agrícola son algunas de las consecuencias derivadas de la crisis que arrastramos hace más de una década.
Frente a ello, tomar medidas que contribuyan a la eficiencia en la gestión de los recursos hídricos es imperativo, sobre todo si queremos asegurar el abastecimiento humano, la producción de bienes esenciales y el funcionamiento sustentable de las industrias.
Ante este escenario, la innovación es fundamental, no sólo para generar ventajas competitivas, sino también para habilitar estrategias que permitan enfrentar desafíos de sostenibilidad como la eficiencia energética y la gestión del agua. El desafío ineludible, por lo tanto, está en crear valor a través de la investigación aplicada y el impulso de capacidades en I+D+i, facilitando la adopción de nuevos métodos productivos y la ejecución de propuestas que reduzcan riesgos en su implementación y que, por supuesto, se ajusten a las necesidades propias del contexto que nos rodea.
Un ejemplo de esto es el desarrollo de soluciones nanotecnológicas diseñadas para la minería: en los últimos años, como grupo multidisciplinario de investigación nos hemos centrado en proporcionar herramientas transformadoras a la industria chilena que permitan reducir hasta un 37% el consumo de energía en procesos de electro-obtención (EO) de cobre y tecnologías que vuelven más eficientes los procesos de purificación de la salmuera de litio, reduciendo en ellos el consumo de agua y la generación de residuos. El éxito de estas fórmulas, sin embargo, no radica sólo en la obtención de resultados, sino en la asociatividad entre capital científico desarrollado en universidades y centros de investigación y las empresas, volviéndose crucial la creación de alianzas estratégicas con el sector privado.
Hasta hoy, empresas como Inppamet, SQM, ENAMI, Minera Los Pelambres y BHP Billiton han apoyado nuestro trabajo, guiados por el objetivo común de disminuir su huella ambiental y mitigar sus impactos, en línea con los desafíos de una industria minera más sustentable y una sociedad cada vez más consciente de la necesidad de lograr un desarrollo sostenible. Pero cuando se trata de un sector estratégico y al mismo tiempo conservador como el minero, es especialmente importante avanzar de manera conjunta hacia un enfoque que valide la implementación de tecnologías disruptivas, pues éstas, pudiendo ser una herramienta poderosa para alcanzar objetivos sostenibles, requieren previamente legitimar ese poder transformador.
Hoy, la nanotecnología constituye un valioso aporte de innovación para la minería. Pero las alianzas, colaboraciones y una apertura a esa innovación son pasos necesarios para asegurar su éxito y, en el futuro, ser una contribución real para mejorar la disponibilidad de un recurso limitado y estratégico como el agua, tanto para las industrias como para comunidades y ecosistemas.
