Constituida el 27 de abril de 1926 por los albaceas de Federico Santa María Carrera, sentó las bases de la casa de estudios que hoy representa y resguarda el legado del destacado filántropo.
Un año más conmemora la Fundación Federico Santa María, creada el 27 de abril de 1926, y que, a partir del testamento de don Federico Santa María Carrera, sentó las bases para la construcción de la casa de estudios que hoy lleva su nombre y mantiene viva su voluntad de contribuir al desarrollo del país y al bienestar de la sociedad.
Integrada por ciudadanos chilenos inspirados por el sueño de Santa María, esta fundación comenzó su trabajo luego de que el Ministerio de Justicia emitiera el Decreto Supremo N° 996, el cual le otorgaría una personalidad jurídica y que sería el primero de muchos pasos en aras de preservar el legado del distinguido filántropo.
Sobre este nuevo aniversario, el rector de la USM, Juan Yuz Eissmann, destacó que “es importante recordar y mantener viva la historia de nuestra universidad, porque en sus hitos se encuentra el camino trazado por la voluntad testamentaria de don Federico Santa María, que nos ayuda a orientar los siguientes pasos que como institución queramos dar”.
“La creación de la Fundación Federico Santa María sentó las bases para concretar el sueño de la construcción de una casa de estudios que permitiera a los estudiantes talentosos, pero con limitados recursos económicos, recibir una formación integral que los preparara para contribuir al desarrollo del país a través de las herramientas que entrega la ingeniería, ciencia y tecnología”, añadió.
Con la fundación en marcha se dio inicio a la construcción del Campus Casa Central Valparaíso, cuya inauguración se realizó el 20 de diciembre de 1931, en el sexto aniversario del fallecimiento del célebre filántropo, en una ceremonia que contó con la presencia del Presidente de la República de la época, Juan Esteban Montero.
Sin embargo, las labores de la fundación no se limitaron a gestionar la construcción del edificio. Los esfuerzos de los albaceas de Santa María estaban enfocados en tratar de cumplir, con la mayor rigurosidad posible, la visión del fundador. De esta manera, se diseñó un cuerpo académico basado en las palabras de don Federico, quien escribió en su testamento que, al menos durante la primera década de la universidad, el plantel docente debía incluir 40 profesores extranjeros de entre los 190 que inicialmente ejercerían en la institución, incluyendo al rector.
Una labor compleja en tiempos convulsos, tanto para Chile como para el mundo. Ubicada temporalmente en un periodo entre guerras y en plena recesión económica, el legado de don Federico Santa María cobró más fuerza aún. Tal y como escribiría en la memoria anual universitaria, Armando Quezada Acharán, primer consejero de la fundación, esta “nace en horas de depresión y pobreza, en que un pesimismo impropio de pueblos jóvenes paraliza y perturba los espíritus”, pero enseguida agregaría: “en los instantes de crisis, no hay más remedio verdadero que el trabajo intenso, perseverante, ilustrado”.