El 26 de agosto se conmemora en Chile el Día de la Educación Técnico Profesional, oportunidad en que Eduardo Aracena, Director Académico de la USM en Concepción, reflexionó en torno a los cambios de paradigma que ha debido enfrentar en medio de la pandemia.
Las consecuencias de la actual pandemia se han vivido en las áreas de la salud, económica y social, lo que ha obligado a la sociedad a adaptarse en el diario vivir, afectando a diversas actividades. Dentro de ellas, la educación, y especialmente, la modalidad técnico profesional (ETP), han debido enfrentar el desafío de seguir formando profesionales de excelencia con importantes restricciones para su funcionamiento.
Eduardo Aracena, Director Académico de la Sede Concepción de la Universidad Técnica Federico Santa María, Magister en Dirección y Liderazgo para la Gestión Educacional y Magíster en Currículum y Proyectos Educativos, reconoce como una de las dificultades presentadas a lo largo de los años los rápidos avances tecnológicos; sin embargo, en pandemia, el modelo educativo de la ETP basado en el saber hacer ha debido además afrontar el no poder realizar presencialmente talleres y laboratorios, y no contar con lugares para realizar las prácticas.
“A partir de esta situación problemática, tanto los modelos educativos de cada institución como la mirada del mismo Ministerio respecto de la Educación Técnica va a tener que evolucionar hacia modelos que sean mucho más flexibles y adaptativos a la realidad del medio”, reflexiona.
Para Aracena, los paradigmas de todas las instituciones y a todo nivel, han sido quebrantados. “Socialmente debemos ser absolutamente conscientes de que se establece otro tipo de relación entre personas, empresas, estudiantes, profesionales, en que definitivamente deben profundizarse los conceptos más colaborativos”.
Respecto a la docencia, el directivo menciona que, dentro de los cambios surgidos, está la manera de elaborar las clases, la forma de evaluar y la interacción con los estudiantes; “cada hora de clases amerita por lo menos un par de horas de preparación, para adaptarlo a la nueva modalidad y que tenga coherencia y una correlación directa con la tecnología que se está utilizando”, indica.
“Somos una nueva realidad a nivel país en lo educativo y obviamente el rol social que cumple un técnico en la escala laboral se ve un poco comprometido, no obstante, no es solamente el rol de las instituciones de educación el hacer los esfuerzos para que los estudiantes lleguen a niveles tal como están diseñados los perfiles”. Para el docente, el rol que cumplirán las empresas con estas nuevas generaciones de profesionales es muy importante y deberá trabajarse en conjunto.
Respecto a las oportunidades y desafíos que se presentan para los profesionales técnicos, Aracena destaca que, desde la mirada de cuánto podemos avanzar para ser un real aporte, las nuevas generaciones que se insertarán al mercado laboral tienen las más grandes oportunidades, porque los desafíos están abiertos, lo que presenta un elemento relevante: la autoformación, aprovechando los niveles de disponibilidad de información a nivel global.
“Estas generaciones tienen que ir al frente, poner la mirada en objetivos claros, específicos y echar mano a todo lo que está disponible: las redes, la información, el internet de las cosas, todas las herramientas que están patentes, las redes sociales, etc. El desafío que se presenta es tomar todo lo que está disponible, todas esas herramientas, y disponerse solo a avanzar y apoyar a retomar el nuevo ritmo del país a todo nivel”, concluye.