Columna de opinión por Rodrigo Suárez, Jefe de Investigación y Desarrollo Aeroespacial de la Academia de Ciencias Aeronáuticas USM.
La relación directa de Chile con la Luna data del año 1954 cuando, incluso antes que la ONU declarara como inapropiables la Luna y otros cuerpos celestes a través de los Tratados del Espacio, el talquino Jenaro Gajardo Vera la inscribió como de su propiedad en el Conservador de Bienes Raíces de Talca, con un valor de $42.
Hoy, 53 años después que el módulo lunar “Eagle” se posara cuidadosamente sobre la superficie de la Luna y Neil Armstrong dejara marcadas las huellas de sus botas en el regolito (polvo lunar) asentado por siglos en la zona del “Mar de la Tranquilidad”, la Humanidad vuelve a poner su vista en forma decidida en nuestro satélite natural, esta vez con miras a establecer bases permanentes e iniciar operaciones diversas en él.
Cabe destacar que, en la actualidad, cuando la NASA y otras agencias, empresas y estados miran al espacio como una fuente infinita de recursos y posibilidades por descubrir, la Luna vuelve a ser objeto de interés, no sólo para la exploración humana; sino además como una estación de paso para viajar, desde allí, a otros cuerpos celestes.
El proyecto Artemisa, pretende llevar nuevamente misiones tripuladas a la Luna, con un sentido de inclusión de género y racial, con la idea de establecer asentamientos que permitan la sobrevivencia humana por períodos relativamente prolongados, con fines de exploración y explotación de recursos, así como para la investigación científica del Universo y para probar tecnologías a ser utilizadas en el próximo viaje a Marte.
La concepción internacional del proyecto y la explotación de recursos naturales exigen la creación de un sistema de gobernanza que permita la cohabitación colaborativa de todos los estados, empresas y agencias con presencia en la superficie lunar; aunque a la vez, protegiendo los derechos de los países no presentes toda vez que, hasta ahora, los países de las Naciones Unidas han acordado la inapropiabilidad de la Luna y otros cuerpos celestes, así como el derecho de todos los estados, sin discriminación, a la exploración y el uso pacífico del espacio ultraterrestre.
Es verdad que estos temas parecen estar alejados de nuestra realidad; pero la verdad es que el futuro que se abre para el desarrollo de la industria espacial en Chile promete oportunidades de innovación tecnológica y comercial ilimitadas en este mercado emergente, que va a requerir todo tipo de soluciones para los desafíos que enfrentarán quienes realicen vuelos espaciales y viajen para instalarse, vivir y realizar actividades en la Luna, Marte y otros cuerpos celestes.
Todas las especialidades, artes y oficios deberán evolucionar para hacerse parte de la sociedad en el espacio y en otros planetas y nuestro país no debe dejar pasar esta oportunidad de subirse al tren del desarrollo de la industria espacial, razón por la cual toman especial relevancia el programa SNSAT de nuestra Fuerza Aérea y otros proyectos similares, a través de los cuales se espera reactivar el desarrollo tecnológico y el interés científico e industrial por las actividades espaciales, contando con el apoyo público, privado y de la Academia en toda su amplitud, lo que representa una especial oportunidad de crecimiento y bienestar para el futuro de nuestra nación y de toda la Humanidad.