Universidad Técnica Federico Santa María

Calidad del aire en salas de clases

Por: Isabel Quinzio A.

, Periodista.

DGC Concepción.

21 - marzo - 2022

Columna del Docente y Jefe de Carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos Laborales y Ambientales de la Sede Concepción, Víctor Lizama.

El retorno a las actividades académicas de estudiantes y profesores durante este año, marca un hito relevante que nos indica que hemos avanzado positivamente en el control de la pandemia. Según cifras del ministerio, un 93,39% de la población mayor de 18 años ya recibió las primeras dos dosis.

Si bien lo anterior genera un potenciamiento del sistema inmunológico de las personas, aún queda pendiente, a nivel nacional, asegurar que la calidad del aire interior donde se desarrollan las actividades docentes sea el adecuado, tanto en el caudal de aire requerido como de su calidad.

Una mala calidad del aire interior, es decir aire con una alta carga de pequeños aerosoles biológicos que son eliminados producto del propio metabolismo de las personas, aumentan la probabilidad de volver a contagiarse con alguna de las variantes existente o futuras.

Aunque este retorno comenzó parcialmente a mediados del 2021, coincidió con la época de primavera-verano, cuyo periodo destaca por una disminución de las precipitaciones y temperatura ambiental más agradable, lo que permitía que las personas estuviesen interactuando en espacios abiertos, así como el hecho de abrir puertas y ventanas en espacios cerrados.

De acuerdo con lo anterior, se pretende seguir ampliando los esquemas de vacunación, pero en el ámbito de la ventilación ¿podremos seguir abriendo las puertas y ventanas cuando nos enfrentamos a bajas temperaturas y precipitaciones, con el riesgo latente de deprimir nuestro sistema inmunológico, quedando susceptible al ataque de cualquier virus o bacteria?, ¿cómo aseguraremos una ventilación optima, siendo que en esta época las personas se agrupan de preferencia en espacios cerrados?

Para responder, debemos recurrir al estándar ASHRAE 62.1 versión 2019, en el que se recomienda que “cualquier zona diseñada con ventilación natural debe incluir ventilación mecánica”.

Este estándar es citado en los diferentes planes “paso a paso”; el ministerio exige contar con ventilación cruzada en salas, oficinas u otro espacio cerrado, lo que es contar con aberturas (puerta o ventana) en las caras o paredes opuestas del lugar, donde al menos una de ellas dé al ambiente exterior, siempre y cuando la distancia entre estas aberturas no supere cinco veces la altura del techo del lugar, ¿se estará verificando si esto se cumple?

Adicionalmente se deben mantener concentraciones de CO2 no más allá de 700 ppm en espacios interiores. ¿Pero cómo logramos bajar esta concentración de CO2? Ingresando aire fresco al lugar. El problema es que en la mayoría de establecimientos de educación no se cuenta con sistemas mecánicos de climatización, aferrándose sólo a las puertas y ventanas abiertas, lo que no asegura un ingreso permanente de aire fresco y  limpio.

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