Columna de opinión de Emilio Guerra, jefe de Carrera Técnico Universitario en Construcción.
El uso del acero en construcción es altamente conocido por ocuparse como barras de refuerzo para el hormigón mejorando su capacidad de resistir los esfuerzos de tracción, en nuestro país este uso corresponde a casi la mitad del consumo total abarcando más del 80% en la construcción de edificios. Por otro lado, en la construcción del sector industrial un importante porcentaje del uso del acero es en perfilería estructural ya que su relación peso-resistencia de su sección transversal versus la del hormigón es bastante más conveniente permitiendo además tomar distintas formas y salvar grandes luces.
Trabajar el acero en construcciones industriales, como la ampliación del Aeropuerto Arturo Merino Benítez, permite una velocidad de construcción superior lo que conlleva plazos más acotados en los proyectos, la posibilidad de prefabricar en talleres muchos elementos y solo montar en terreno, en definitiva, un control de calidad más estricto y un costo comparativamente menor. Arquitectónicamente se pueden lograr construcciones más altas y esbeltas ocupando menor espacio estructural dando así cabida para el diseño y un mejor aprovechamiento de los espacios interiores.
Cuando pensamos en unir o conectar perfiles de acero o estructuras prefabricadas, existen dos opciones, uniones soldadas o uniones apernadas. La elección de una u otra se basa en varios factores, pero en general se acepta que las uniones soldadas se ejecuten en taller ya que las condiciones de trabajo y de control son más seguras y eficientes y que las uniones apernadas se ejecuten en terreno debido a que la calificación de la mano de obra no debe ser tan especializada, lo mismo ocurre para la inspección y el control y si el diseño se planificó para que estas uniones fuesen repetitivas eso involucrará una reducción en los costos por producción.
En nuestro país el consumo del acero en el año 2021 alcanzó cifras de 3,3M de toneladas, de lo cual cerca de un 40% es de origen nacional, lo que refleja un aumento de un 38,7% respecto del 2020 según informó el ICHA, esto debido principalmente a la reactivación en la inversión en el sector de la construcción además de que los productos terminados de acero provenían de importaciones que por a la pandemia se habían visto afectados en su stock por lo que se tuvo que recurrir a la producción nacional.
Dentro de esta reactivación económica del sector que impulsa la macroeconomía nacional como gestor de empleo e incentivo de inversión, el acero juega un rol fundamental y es importante destacar sus características, sobre todo la capacidad de poder reutilizarlo reciclándolo, convirtiéndolo así en un material amigable con el medio ambiente y dentro de una economía circular, en Chile existen proveedores de acero que cuentan con sus propias plantas de reciclaje logrando bajar su huella de carbono produciendo un “acero verde”, esta labor se debe incentivar pensando que mundialmente el 30% del acero producido es reciclado.