Universidad Técnica Federico Santa María

Taco de misiones en Marte durante el mes de febrero

2 - marzo - 2021

Columna de opinión por el profesor Pedro Serrano Rodríguez, académico del Departamento de Arquitectura USM, Msc. Ing. Director Unidad de Arquitectura Extrema.

Una de las cosas buenas que trae la carrera espacial es el desarrollo de nuevas ideas y tecnologías, que concurren a hacer mejor la vida acá en la Tierra. Se podrán encontrar muchas cosas para enfrentar el cambio climático, las sequías, la producción alimentaria, incluso mejoras a la salud y la educación. Una proyección a la carrera espacial impulsa la investigación en ciencias y tecnología, mueve la economía, genera empleos, mejora la unidad y el orgullo nacional, permite alianzas sinérgicas con otros países.

A fines de febrero recién pasado Marte recibió la primera misión interplanetaria Árabe -Al Amal, (Esperanza)- que ya envió hermosas fotos del planeta rojo, demorando casi 7 meses en llegar. Semanas antes había logrado órbita marciana la sonda china Tianwen-1, que orbitará unos meses y luego hará descender un pequeño robot.

También el mes pasado amartizó exitosamente el rover de equipos canadienses, europeos y norteamericanos de la misión Perseverance, la más pesada, la más cara (unos 2.700 millones de US$) y multinacional de la NASA: una tonelada del tamaño de un automóvil, con 23 cámaras, 2 micrófonos y un dron. Ha sido el más costoso y complejo de la historia humana, mediante una impactante maniobra de amartizaje. En el cráter Jezero, de 45 km de diámetro, buscará pistas de la geología, agua y eventuales señales de vidas pasadas o presentes. El rover no dependerá de la energía solar puesto que lleva un reactor con 4,8 kilógramos de plutonio (ojalá no contamine nada), que aseguraría 14 años de energía para la misión.

Ya en 2014 había llegado una sonda que desarrolló, construyó y lanzó India, que como novedad costo unos 70 millones de dólares contra los casi 700 que costó la película “Gravity”, que además no fue a ninguna parte. Simple y barato fue su lema, Para el público lector chileno, aclaro que, por ejemplo, un Boeing 747-8F cuesta 403,6 millones de US$.

Por supuesto, siguiendo el dominio noticioso que U.S.A. tiene sobre Chile, el público nacional se vio bombardeado por diarios, televisión, redes sociales por la misión de la NASA, casi no supimos de las otras. Sin embargo, resulta interesante enterarse que la misión de la India costó sólo 2 puentes Caucau de Valdivia. Cohete incluido. Y esa misión ha sido fuente de orgullo y unidad en un país de nada menos que 1.400 millones de habitantes.

Chile, ¿espectador pasivo?

De todo lo anterior vienen las preguntas para hacerse en Chile, ¿somos espectadores pasivos de esta epopeya humana?, ¿estamos amarrados a alguna agencia espacial internacional?, ¿Tenemos ciencia tecnología e ingeniería para intervenir positivamente en estos procesos? ¿dónde está la Agencia Espacial Chilena?

Una de las cosas buenas que trae la carrera espacial es el desarrollo de nuevas ideas y tecnologías, que concurren a hacer mejor la vida acá en la Tierra. Se podrán encontrar muchas cosas para enfrentar el cambio climático, las sequías, la producción alimentaria, incluso mejoras a la salud y la educación. Una proyección a la carrera espacial impulsa la investigación en ciencias y tecnología, mueve la economía, genera empleos, mejora la unidad y el orgullo nacional, permite alianzas sinérgicas con otros países.

Volviendo al planeta rojo, ya la ciencia tiene claro que su conquista deberá hacerse bajo Marte. Allí la humanidad podrá encontrar protección a los rayos cósmicos, agua, materiales y probablemente rastros de vida orgánica. Usaremos los túneles de lava y las intumescencias dejadas por los choques de aerolitos.

Vivir bajo Marte es algo que, por analogía, expertos en minería subterránea pueden ensayar en Chile; vivir en un planeta helado (entre los -140 y los más 10°C) es algo que se puede ensayar en la Antártica. Sabemos producir comida, microalgas, hongos, cultivos bacterianos, conservas para 3 años. Sabemos diseñar y usar ropa técnica, sabemos enfrentar las situaciones límites que nos pone nuestra geografía y tectónica.

No es primera vez que escribo sobre este tema, pero el taco de misiones en Marte de este mes de vacaciones y pandemia, no deja de hacer ruido en mi cabeza de ingeniero. Necesitamos una agencia espacial chilena y también necesitamos algún audaz millonario privado que se atreva. En décadas, solo tenemos 2 satélites en el espacio, mientras un grupo de jóvenes privados argentinos ya ha colocado 21 en órbita y funcionando. Tal vez una buena alianza público-privada con universidades y centros de investigación nacionales e internacionales pueda levantar ideas más allá de lo que el estado de Chile no ha podido.

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