Para experto académico de la USM Santiago Geywitz, “aunque hay una ley -la 20.920- aún no están claras las políticas y porcentajes de reciclaje, ni menos el cómo hacerlo”. De acuerdo a análisis de la ONU, en Latinoamérica la cifra es de apenas el 3%.
Teléfono móvil, tablet, impresora y computador, entre otros, se han convertido en elementos que nos acompañan a diario, pero cuya corta vida útil sumada a la Economía Lineal (Comprar, Usar, Botar) en que la sociedad está inmersa, lleva a que actualmente se generen toneladas de desechos electrónicos.
En Chile, actualmente, existen solo ocho empresas que gestionan los residuos electrónicos. De ellas, solo una realiza el tratamiento completo, llegando hasta la fundición de metales, generando lingotes de aluminio y cobre. Esto demuestra que como país hay un gran desafío en términos de colaboración y coordinación entre todos los actores involucrados en la gestión de los RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos).
Santiago Geywitz Bernal, Jefe de Carrera de Ingeniería en Fabricación y Diseño Industrial y Coordinador de Investigación, Innovación y Emprendimiento de la Universidad Técnica Federico Santa María, Sede Viña del Mar, explica que, a pesar de que la Ley 20.920 (Ley REP) los considera, “aún no están claras las políticas y porcentajes de reciclaje, ni menos el cómo hacerlo. Por consiguiente, el procesamiento post-consumo (Reducir, Reutilizar, Reciclar) depende de iniciativas muy puntuales, y que no abordan esta problemática en forma global”.
Los mayores riesgos al no reciclar adecuadamente estos desechos radican en la peligrosidad de estos, pues contienen un porcentaje no menor de plomo, mercurio, cadmio y otros componentes tóxicos; además de plásticos, materiales metálicos, vidrio, etc. “Quizá la mayor fuente de peligro esté en las baterías y sus componentes, que si no son tratados apropiadamente (y en general no lo estamos haciendo) generan un grave daño medioambiental”, destaca el docente.
Para Geywitz, la desinformación sobre materialidades y composiciones de estos aparatos, generan la urgencia de políticas que aborden desde el EcoDiseño de estos, hasta una clara información sobre sus materiales, uso, reusó y reparabilidad. “Esto puede y debe ser abordado con Ecoetiquetas efectivas, que ya se proyectan desde Europa. De las más interesantes está el Índice de Reparabilidad, que funcionaría similar a las etiquetas energéticas, indicando el grado de reparabilidad de los diferentes aparatos eléctricos y electrónicos (AEE)”.
Actualmente, la European Commission implementará el Pasaporte Digital de Producto (Digital Product Passport), que servirá como inventario de todos los materiales, componentes y materias primas utilizadas en un producto, junto con información sobre su ubicación. El objetivo de dicha recopilación de datos es aumentar las posibilidades de que los productos se reutilicen varias veces y se reciclen correctamente al final de su vida útil.
Geywitz considera fundamental que como sociedad se genera un cambio de comportamiento, transformándonos de consumidores a usuarios. Destaca, además la oportunidad de emprender y recuperar oficios, fomentando el reuso, la reparación, reutilización y re-manufactura como parte integral del ciclo de vida de estos productos. “Por último, ser capaces de disponer adecuadamente estos AEEs cuando lleguen a su fin de vida y se conviertan en los RAEEs, llevándolos a las por ahora limitadas instancias destinadas para aquello y así, ojalá, avanzar en procesar adecuadamente y separar algunas de las materialidades presentes en los diferentes RAEEs, educándonos al menos en reconocer los signos de reciclaje e identificación de materiales presentes en los diferentes polímeros”.