Columna de opinión de Hardy Chávez, Profesor del Departamento de Ingeniería Comercial.
El Servicio de Impuestos Internos indica que los ingresos tributarios fiscales netos en el 2020 tuvieron una caída del 6,8% respecto del 2019, pasando de MM$ 34.728.733 a MM$ 32.361.031, en línea con la caída del producto del 5,8% provocado principalmente por el Covi-19.
Por otra parte, en términos de la participación relativa de los impuestos, el Impuesto a la Renta y el IVA siguen siendo los más importantes, con una participación del orden del 88% de los ingresos. En la misma línea, los ingresos por el Impuesto a la Renta y el IVA han sido entre un 14% y 16% del PIB en los últimos 10 años.
Sin embargo, los ingresos fiscales dependen del crecimiento de nuestra economía, la que lamentablemente en los últimos 3 años ha tenido una tendencia a la baja, pero con una recuperación a partir de este año, según la estimación del último IPOM del Banco Central que se muestra en el siguiente gráfico:
Bajo el supuesto que la participación relativa de los ingresos tributarios seguirá siendo del orden del 88% del PIB, que los ingresos tributarios crecerán a la misma tasa de la variación del PIB y que la variación de del PIB será la que estima el Banco Central, los ingresos tributarios para los años 2021, 2022 y 2023 serían los siguientes:
Se puede concluir entonces que a partir del 2021 se tendría una recuperación del crecimiento y teóricamente se debería esperar una mejora de los ingresos fiscales.
Considerando lo anterior y ante un escenario de altas demandas sociales, que requerirán un mayor gasto fiscal, es prioritario que todos los actores se concentren en la reactivación económica, en el manejo eficiente del gasto fiscal y en la gobernabilidad. De ser así, nuestro país podría aprovechar las oportunidades que se pueden generar del buen proceso de vacunación, con un 80% de la población objetivo ya vacunada, el actual proceso constituyente y el cambio climático.