Universidad Técnica Federico Santa María

Nuevos hallazgos en los agujeros negros

5 - agosto - 2021

Columna de opinión de Antonio Montero, profesor del Departamento de Física.

Hace más de dos años la red de radiotelescopios Event Horizon producía una de las imágenes del cosmos más impactantes captadas hasta la fecha. Utilizando una técnica conocida como interferometría, científicos de casi 20 países conseguían lo que unas décadas atrás hubiera parecido inimaginable: la primera fotografía de un agujero negro, un objeto tan masivo que ni siquiera la luz puede escapar de su campo gravitatorio.

En realidad, decir que se obtuvo una instantánea de un agujero negro es, en cierto modo,una contradicción. Lo que se observa es el disco de acrecimiento circundante, constituido principalmente por gas que está siendo atraído, comprimido, y finalmente absorbido por el agujero negro. Durante este proceso catastrófico, el material se calienta, emitiendo radiación que podemos captar en distintas regiones del espectro electromagnético.

Hace unos días, Dan Wilkins, de la Universidad de Stanford, y sus colaboradores, hacían público otro hallazgo revolucionario para el estudio de los agujeros negros. Es sabido que, en las partes internas del disco, la compresión producida por el campo gravitatorio del agujero negro es de tal intensidad que eleva la temperatura del gas hasta los miles de millones de grados, convirtiéndose en un plasma magnetizado en el que los electrones quedan desligados de sus núcleos. Estos electrones altamente energéticos se aceleran en trayectorias que siguen las líneas de campo magnético, emitiendo durante el proceso radiación en forma de rayos X. Esta radiación, a modo de aura hiperenergética es proyectada hacia las profundidades del cosmos y se denomina “corona”.

En un artículo publicado en Nature, Wilkins reporta la primera detección de rayos X provenientes de la parte posterior de un agujero negro supermasivo. Esta aseveración parecería nuevamente contradecir la propia naturaleza de los agujeros negros: ¿cómo es posible ver detrás de un objeto de cuyo campo gravitatorio absolutamente nada, ni siquiera la luz, puede escapar? La respuesta yace en los mismos cimientos de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein. La reverberación de luz observada es producida por la tremenda deformación del tejido del espacio-tiempo producida por el agujero negro. Los fotones altamente energéticos reflejados en la parte trasera del disco de acrecimiento, llegan a nosotros siguiendo la geometría curva del espacio-tiempo, produciendo una emisión secundaria a modo de eco que ha podido finalmente ser detectada.

El estudio liderado por Wilkins representa un paso muy importante hacia la caracterización de las coronas y hacia la comprensión de los procesos físicos que originan estas emisiones altamente energéticas. El hallazgo representa, además, un nuevo éxito de la teoría de Einstein. Estas confirmaciones experimentales no solo demuestran el poder predictivo de la ciencia, sino que nos recuerdan que las teorías científicas deben ser puestas a prueba continuamente, pues es mediante este proceso de constante confrontación que tienen lugar los grandes avances del conocimiento humano.

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