Columna de opinión del profesor Rubén Castro, del Departamento de Ingeniería Comercial.
Es difícil conversar sobre el tema de pensiones cuando el debate lleva tanto tiempo y tan politizado. La ley corta de pensiones enviada al congreso el 20 de septiembre recién pasado, amplia a un 80% de los adultos mayores el acceso a pensiones solidarias y además aumenta el monto de éstas para que, por sí solas, lleven a los beneficiarios hasta un nivel por encima de la línea de pobreza. Además, mejora la cotización para pensiones que hace el seguro de cesantía cuando los trabajadores están desempleados. Es difícil negar que son excelentes noticias.
De hecho, este proyecto de ley corta avanza en la dirección que queremos para un sistema de pensiones, pues, al menos contablemente, contiene solidaridad, justicia, cobertura, etc.
Pero seguimos sin un plan de navegación a largo plazo. Lamentablemente, llevamos muchos años empantanados en el tema del lucro, las AFP y el rol del mercado en las instituciones de la seguridad social, lo que ha frenado toda mantención sustantiva al sistema. Es claro que las sociedades cambian, sus mercados laborales se modifican, además de mudar también las expectativas de vida. En torno a esas líneas deben actualizarse constantemente los sistemas de seguridad social; pero acá no se ha podido adaptar el sistema, por razones políticas. El gran ejemplo es la imposibilidad de subir la tasa de cotización, que debería ser prácticamente el doble de la actual. No es mucho lo que puede hacer el gobierno entonces, solo le que queda subir el componente solidario (además de un pequeño seguro para las lagunas previsionales en la ley corta), dando otro paso hacia un sistema sin una forma clara.
Sin duda, vamos a ver mucho debate sobre las AFP como entes con fines de lucro, no sobre el sistema de pensiones. Estas entidades son una parte de nuestro sistema de pensiones, el que también cuenta con un rol enorme del Estado (a través de las pensiones solidarias), con seguros de invalidez y muerte articulados por compañías de seguro y con una integración con el seguro de cesantía. Y por encima de todo eso, las preguntas fundamentales son “cuánto vamos a ahorrar” y “cómo vamos apoyar a los trabajadores con menores ahorros”. Aparentemente este proyecto de ley corta, nace en parte por razones muy políticas (lidiar con la posibilidad de un cuarto retiro), por lo que no veremos muchos debates sobre las preguntas más importantes.