Columna de opinión de la Dra. Silvia Restrepo Medina, Integrante del Comité Académico del Proyecto FIC «Capital Humano Avanzado en Inteligencia Artificial para el Biobío» del que forma parte la USM.
Actualmente es fácil entender el concepto de computación ubicua introducido por el científico informático Mark Weiser hace unas décadas atrás. Éste describe la computación ubicua como entornos integrados por elementos dotados de capacidades de computación y comunicación, que interactúan de manera transparente con las personas, sin que ellas se den cuenta que dichos elementos existen. Lo que para la época de este científico era algo muy costoso de realizar, resulta ser tecnológicamente viable en estos tiempos modernos debido al avance en diversas áreas, reflejado en el desarrollo de una variedad de sensores que permiten realizar un sin número de mediciones, el desarrollo de redes de comunicación que permiten interconectar diferentes tipos de sistemas y el incremento de las capacidades de procesamiento de los sistemas computacionales que posibilitan procesar una gran cantidad de información.
En este contexto, y para generar ambientes inteligentes, hoy en día es posible conectar distintos dispositivos a internet gracias a las plataformas IoT (acrónimo de Internet of Things), donde podemos conectar no solo dispositivos móviles como smartphones o tablets, sino también sensores, objetos cotidianos como TV, refrigerador, sistema de iluminación, entre otros, que nos permiten adaptar y personalizar el entorno a las actividades que estemos realizando y a las personas que están presentes en un determinado lugar. Dicha adaptación y personalización es alcanzada a partir de la recolección de información de la red IoT y de la integración de técnicas de Inteligencia Artificial (IA), tales como Machine Learning o aprendizaje automático, agentes inteligentes, procesamiento de lenguaje natural y voz, entre otros.
Es así, que entre las aplicaciones de la IA se encuentran las casas inteligentes y la habilitación de espacios para el cuidado de la salud, donde se busca que la interacción humano-computador sea natural y no intrusiva, y que facilite ciertas tareas como el control de energía, iluminación y climatización, localización, cuidado y seguimiento remoto de personas mayores o enfermas, entre otras. Además, con el uso de asistentes virtuales y el sorprendente chatGPT, los cuales usan técnicas de aprendizaje automático y procesamiento de lenguaje natural, se pueden producir respuestas a preguntas y hasta conversaciones en tiempo real.
Frente a este escenario, para la creación de ambientes inteligentes es necesario contar con proyectos como “Capital Humano Avanzado en Inteligencia Artificial para el Biobío”, el cual se está desarrollando en consorcio entre las universidades que integran el CRUCH Biobío-Ñuble (UCSC, UdeC, UBB y USM), y es financiado por el Gobierno Regional del Biobío, a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R).