Profesor Patricio Rubio Romero afirma que “Estamos en presencia de un terremoto seco” y que hay que cambiar la estrategia y abordar la emergencia climática enfrentando la verdad incómoda con todos los actores. Chile está en el lugar 18 de 164 países con stress hídrico.
Para nadie es un misterio lo que está ocurriendo con el cambio climático en Chile y los problemas con la escasez de agua. Ha sido difundido en diferentes medios que se trata de la más grande crisis hídrica de la historia. Cuencas sobrexplotadas, falta de lluvias y pocas medidas auto regulatorias, tanto para la agricultura, como para los procesos industriales y la población. A juicio de Patricio Rubio Romero, geógrafo y director del Magíster en gestión del Agua de la USM, “aún no se comprende el alcance de esta crisis que estamos viviendo, y claramente ya llegamos tarde a la gestión eficiente de agua en Chile. Estamos enfrentando una situación que no sabemos cómo va a terminar”, señala.
Chile, 18 entre 164 países
Hay estudios internacionales que han sido claros en señalar que el 52% de la población mundial podría estar en riesgo para el 2050 por la escasez de agua. Así también en un ranking internacional, Chile se encuentra en el lugar 18 de 164 países que ya ha sido declarados con estrés hídrico. Esto significa según el académico que “es un terremoto seco y las cifras están claras. Hay que adoptar medidas drásticas. Una ruta hídrica o las desaladoras son proyectos que podrían demorar 10 o 15 años en terminar. No hay tiempo y el impacto ambiental sería catastrófico”.
A lo anterior se suma que tanto las desaladoras, como la ruta hídrica, tendrían un impacto ambiental negativo que tampoco se ha visibilizado. “Aquí hay situaciones graves inclusive en la zona sur de nuestro país. En la X Región en sectores más urbanos de mayor concentración poblacional hace dos años se utilizan camiones aljibes porque se están secando los pozos y también algunas vertientes naturales”, explica.
Así también, en el sector de Purranque, la situación “es preocupante”, señala el académico, ya que antiguamente la inversión era para generar sistemas de evacuación de aguas de los campos y mejorar las praderas para las vacas. “Hoy se gastan los recursos, en buscar el agua, y buscar fórmulas para mantener el riego de las praderas”. Lo mismo con la ruta hídrica. Para su construcción se necesitan entre 6 y 7 años; a esto se suma que produciría un problema interregional esta medida porque no es eficiente sacar agua de unas cuencas para llevarla a otras. Aquí el problema es que afectaría también los ecosistemas y la biodiversidad”.
En este contexto, el investigador es claro en precisar que un embalse tarda en su construcción entre 8 y 10 años, y si es público, 15 años. “Una solución del problema hídrico podría llegar a tardar hasta 16 años. El estado tendría que esperar hasta el 2035 para tener el sistema funcionando. Por eso reitero que estamos muy atrasados con las adecuaciones. Ya desde el 2000 que se está hablando del impacto del cambio climático. Eso es lo grave”.
Lo mismo pasa con desarrollar sistemas de desaladoras. No solo tardaría otros 6 o 7 años sino que traería problemas ambientales. “La factibilidad es sacar el agua del mar y subirla hacia los centros urbanos también es un gasto millonario y se tarda casi dos años. Todos son proyectos de largo plazo. Todo esto se hace a medida con materiales y equipos especiales. Es necesario sincerarse y explicar a la gente que tiene que vivir con menos agua, especialmente abordar el tema con el sector agrícola. Es una verdad incómoda. No sabemos cuál es el final de este nuevo clima que tendremos”.
Asegura que las soluciones deben estar orientadas en el corto plazo a buscar formas de acopio de agua (embalses, tranques). “Hay hablar claro con los agricultores y trasladarla de región. Chile tiene muchos climas diversos y así como se ha movido el clima, hay que hacer lo mismo con la agricultura; “en la Araucanía y Río Bueno se ha tecnificado el riego porque se han dado cuenta hacia dónde va el clima. Ahora la situación no está controlada”.
Agrega que “hay que apurar el paso hacia las energías renovables. Hay que insistir en la generación de energía en base al sol, a la energía eólica y de las corrientes marinas”. La apuesta del profesor Patricio Rubio Romero es que, a través de la academia, específicamente del Magíster en Gestión del Agua que lleva a cabo la USM, se formen profesionales que ya tienen al menos cinco años de experiencia en gestión del agua. “Lo que queremos es que vayan tomando conocimiento de estas nuevas líneas y modelos de acción. Lleva dos versiones y más de 40 estudiantes».