Columna de opinión de Juan Tapia Gertosio, académico del Departamento de Ingeniería Comercial.
A inicios del mes de abril, el Banco Central aumentó la proyección de crecimiento para este año a una tasa de crecimiento entre 2% y 3%, habiendo antes proyectado una tasa entre 1,25% y 2,25%. Esto puede ser una buena noticia, y ciertamente lo es, pero sólo al corto plazo. Lo preocupante es que luego se indicó que esto sería por hechos transitorios, esperando para los próximos años tasas más bajas, cercanas a las originalmente proyectadas.
De este hecho podríamos desprender que el Banco Central está asumiendo una tasa de estado estacionario para el país entre el 1% y 2%. Una cifra que sería normal para ciertos países desarrollados, pero no para Chile. Generalmente, las tasas mayores o menores a las de estados estacionarios se dan por factores como crisis, shocks de demanda o de oferta. Por ejemplo, luego de una pandemia como fue el COVID o el terremoto del 2010, es normal tener tasas mayores ya que hay todo un proceso de reconstrucción que activa un crecimiento puntual. Pero el estado estacionario es aquel al que tiende a volver la economía en estados de “normalidad”.
En base a los estudios de crecimiento económico, entre más se desarrolla un país es normal tener tasas menores. Chile tuvo tasas mayores en el pasado ya que aún se encontraba en desarrollo, creciendo en unas primeras etapas del crecimiento económico. El problema es que somos aún muy jóvenes en este proceso para resignarnos a los niveles que el Banco Central nos plantea hoy.
Chile es un país que tiene todo para tener un crecimiento mayor, pero ha fallado en el desarrollo de tecnologías, métodos propios, desarrollo de material o procedimientos que logren ser pioneros en mejoras de eficiencia en ciertas áreas que impulsen el crecimiento por tecnología. Es cierto que Chile no puede competir dado su tamaño en todas las áreas, pero es importante una definición transversal y clara de cuáles serían nuestros baluartes en el desarrollo de tecnología. Algunas insinuaciones se han dado, pero se necesita una política de estado, independiente al gobierno de turno, que permita desarrollar paquetes de políticas con este fin y no sólo políticas individuales, que pueden ser muy buenas, pero aisladamente no generan el mismo impacto.
Lo anterior, sumando al bajo nivel de ahorro del país, es a lo que necesitamos abocarnos para lograr un crecimiento sostenido que fundamente también un desarrollo sostenido en el largo plazo, y permita que tasas de crecimiento como las que se dan este año se mantengan o sean mayores, y no sólo transitorias.
