Columna de opinión de Denis Riquelme, Profesor del Departamento de Electrotecnia e Informática USM Sede Viña del Mar.
El 16 de mayo de 1960, el ingeniero e investigador Theodore Maiman, logró por primera vez en la historia encender un láser. Por este motivo en 2017, la Conferencia General de la Unesco elige este acontecimiento para proclamar esa fecha como el Día Internacional de la Luz.
La celebración de este día tiene como finalidad generar instancias de reflexión en torno a la importancia que tiene la luz y como ésta es parte fundamental de nuestra vida, tanto en la naturaleza como en el desarrollo científico y tecnológico.
Desde las primeras aplicaciones de la electricidad, como el telégrafo y el alumbrado público, la energía eléctrica se ha convertido en la impulsora de una revolución en la forma de vivir en sociedad. Actualmente la energía eléctrica está presente en todos los ámbitos de la vida diaria. Dependemos de ella para vivir y la falta de ésta puede derivar en un colapso del sistema. La electricidad permite que las plataformas de comunicación funcionen, que los electrodomésticos que nos facilitan la vida funcionen, que contemos con iluminación interior y exterior, etc.
Actualmente la búsqueda del uso eficiente de la energía ha derivado en la creación de opciones tecnológicas amigables con el medioambiente, como el desarrollo de la iluminación LED y el uso de la domótica para operar artefactos domésticos. Los sistemas de de telegestión para alumbrado público, apuntan al uso eficiente de la energía.
Dentro de los principales avances y aportes relativos al estudio de la iluminación y la forma en que afecta al ser humano, en los últimos años se ha podido determinar que hay mayor conciencia de los efectos biológicos, emocionales y visuales que la iluminación tiene en las personas. La iluminación tiene un efecto directo en el ritmo circadiano, también conocido como reloj bilologico, donde la luz actúa como la señal sincronizadora de los seres vivos y cualquier alteración en ella genera cambios a nivel biológico y endocrino en las personas.
A nivel ambiental, la contaminación lumínica, puede afectar la vida y ciclos biológicos de la flora y fauna de zonas expuestas, afectando nuestra biodiversidad. Lo anterior unido al desarrollo de la ilumniación LED genera nuevas interrogantes en el campo de la iluminación y cómo esta tecnología afecta a las personas y al ambiente.
Con respecto a la contaminación lumínica, en nuestro país ésta tiene una connotación especial debido a que actualmente regiones del norte de Chile albergan observatorios astronómicos que representan la mitad de la capacidad de observaciones astronómicas a nivel mundial y se proyecta que al 2025 Chile albergará el 70% de las capacidades mundiales de observaciones astronómicas. Por este motivo Desde 1998 Chile cuenta con una Norma de Emisión para la Regulación de la Contaminación Lumínica (D.S.N°43/2012), que aplica a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo.
