La iniciativa utiliza componentes de salmón, crustáceos y algas para desarrollar un material capaz de albergar células y producir tejidos.
Durante los últimos años, el Dr. Cristian Acevedo, director del Centro de Biotecnología Dr. Daniel Alkalay Lowitt (CBDAL) de la Universidad Técnica Federico Santa María, e investigador del Centro Científico Tecnológico de Valparaíso (CCTVal), ha centrado su investigación en el desarrollo de cultivos celulares que puedan reproducirse y crear tejidos a través de la elaboración de biomateriales capaces de albergar células de componentes de origen marino.
En la actualidad, el desarrollo de implantes para humanos está basado principalmente en organismos bovinos y porcinos, y aunque han demostrado su efectividad, existe una mayor probabilidad de transmitir enfermedades (zoonosis). Por ello, la investigación encabezada por el Dr. Acevedo, en estrecha colaboración con el Dr. Javier Enrione, de la Universidad de Los Andes, se ha centrado en desarrollar un biomaterial compuesto de polímeros obtenidos de proteínas de salmón, quitosano (derivada de la cáscara de los crustáceos) y agarosa (extraída de algas).
“Cuando uno entra en materia de implantes pueden ser de tres tipos: autólogos (tejido de tu propio cuerpo para implantarlo en él), heterólogo (proveniente de la misma especie) y xenólogos (de una especie distinta). El problema es que cuanto más cerca esté uno de la especie, aumenta la probabilidad de generar enfermedades o transmisiones, pero mientras uno más se aleja de la especie esto empieza a disminuir. Los cerdos y los animales bovinos son mamíferos, por lo tanto, al usar especies marinas esto se reduce. Por otra parte, hay personas que por razones culturales o religiosas no consideran componentes provenientes de determinados animales. Por esto, al dar otro uso a un material marino, podemos ofrecer una alternativa”, comenta el Dr. Acevedo.
El proyecto ha superado pruebas preclínicas y los procesos, realizados en conjunto entre CCTVal, CBDAL y la Universidad de Los Andes, han tenido resultados exitosos en términos de evolución y cicatrización, proyectando un panorama favorable de cara a las siguientes etapas.
“Vamos por buen camino. El siguiente paso es una prueba clínica fase 1, esto es, probarla en hospitales, en un grupo reducido de pacientes con quemaduras o que necesiten implantes de piel”, comenta el académico.
Con el fin de realizar evaluaciones de bioseguridad, es decir, comprobar que el modelo biológico es seguro, y también pruebas de eficacia para determinar si el material presenta ventajas frente a los disponibles en el mercado, la USM, a través del CCTVal y el CBDAL, junto a la Universidad de Los Andes y el Hospital del Trabajador, se encuentran en postulación al Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF), lo que permitirá contar con el financiamiento adecuado para consolidar la investigación, realizando más pruebas preclínicas y proyectando en el futuro cercano las pruebas en pacientes que requiere la investigación.