Universidad Técnica Federico Santa María
Los albores de la Universidad Técnica Federico Santa María se remontan al sueño altruista de don Federico Santa María, quien sienta las bases de la Institución a través de su voluntad testamentaria en París, el año 1920. En su testamento manifiesta a sus albaceas el deseo de contribuir con el progreso material y ampliar el horizonte cultural de su nación; ideas altruistas con las cuales buscaba facilitar el ingreso a la vida académica de compatriotas desposeídos pero sobresalientes sin mayor requisito que el mérito, las aptitudes y el alto rendimiento académico.
Un año después de su fallecimiento, el 27 de abril de 1926, se determina la creación de la Fundación que lleva su nombre y la implementación de una Casa de Estudios que procure la formación integral de sus alumnos, considerando la excelencia académica en la enseñanza profesional, científica y humana, fundándose tanto en los valores universales del hombre como en la responsabilidad social de los mismos. Su sueño se transforma así en ferviente testimonio de la filantropía del benefactor.
El albacea Agustín Edwards McClure así Io entendió, acatando con exactitud dicho mandato. Según lo encomendado, se trasladó a Alemania en busca de un cuerpo docente acorde con la envergadura de la Institución que fue concebida. Allí contrató los servicios del profesor Karl Laudien, primer Rector de la Institución y de un cuerpo de docentes de excelencia traídos del Viejo Continente. De esta forma, en 1928, se emprende la construcción de la Escuela de Artes y Oficios, y del Colegio de Ingenieros José Miguel Carrera.
Cuando se constituye el Consejo Directivo del Plantel en 1929, y bajo la aguda mirada de Edwards, se proyecta la idea de una ciudadela universitaria que considerase un conjunto de establecimientos, entre ellos pabellones, talleres, laboratorios, pensionados, biblioteca, instalaciones deportivas, patios y jardines.
La ejecución de dichas obras es tarea los arquitectos Josué Smith Solar y José Smith Miller —padre e hijo, respectivamente— quienes apegándose a las líneas arquitectónicas del estilo Gothic Revival Tudor, levantan una obra tan magnífica que hasta nuestros días enorgullece a la ciudad de Valparaíso. El contexto elegido para establecerla es especificamente un sector situado entre los barrios obreros del Cerro Barón y Viña del Mar, en los faldeos del Cerro Los Placeres, el cual aún conserva una ubicación privilegiada. El caminar por sus callejuelas, pasadizos, patios y aulas genera un sentimiento de admiración ante tan refinada y pura arquitectura al estilo de las más prestigiosas universidades de Europa y Estados Unidos. Las dependencias se inauguraron el 20 de diciembre de 1931, junto con el depósito de las cenizas de su fundador en una urna de mármol que custodia su legado en el frontis del Plantel.
Encaminado el año 1932, el país se encuentra sumido en una gran crisis financiera producto de los avatares de la economía mundial: la producción está desmoronada y fuertes conflictos sociales y políticos se suceden incesantemente. Pese a un escenario tan poco propicio, el sueño de este hombre sigue más vivo que nunca y se abren las puertas de la Escuela de Artes y Oficios y el Colegio de Ingenieros José Miguel Carrera, iniciándose con ello las actividades académicas basadas en la técnica y los oficios, que con el correr del tiempo se han transformado en un pilar fundamental en el desarrollo tecnológico e industrial de nuestro país.
Es a mediados de los años ‘30 cuando la Fundación Santa María adquiere por Decreto Supremo N° 3048 la calidad de Plantel de Educación Superior y pasa a denominarse Universidad Técnica Federico Santa María. A partir de ese entonces ha cimentado una sólida trayectoria de crecimiento y prestigio, liderando la enseñanza de la ciencia y la tecnología.
Ya en sus primeros años consolida su excelencia y calidad no solo en el crecimiento educativo y enseñanza de sus alumnos, sino también en la extensión cultural y aporte constante a la sociedad que la vio nacer, participando en exposiciones con pabellones, maquinarias, profesores y alumnos que dan testimonio de su compromiso con el quehacer científico y técnico de la época, ciñéndose y dejando en claro los principios y valores de su benefactor: contribuir al servicio de la comunidad. Es en esa misma directriz que se crean en esa década la Escuela Nocturna, la Escuela de Aprendices, la Escuela Técnica Superior y finalmente la Escuela Profesional de Contramaestres y el Colegio de Ingenieros.
Siguiendo los mismos preceptos de colaborar con el desarrollo del país y el engrandecimiento de nuestra nación, se crea en 1934 la revista Scientia, aportando al progreso intelectual y transformándose en la voz del quehacer universitario. La radioemisora Universidad Técnica Federico Santa María, fundada en 1937, se convierte en la primera radioemisora universitaria de Chile y Latinoamérica, enfocada a la difusión de programas de carácter informativo y cultural.
Por otro lado, guardando fidelidad a los valores entregados a las primeras generaciones de egresados de la Universidad, se crea en 1939 la Asociación de Ex Alumnos (AEXA USM), corporación con reconocimiento legal que a lo largo de los años ha mantenido un vínculo constante entre el Plantel y sus graduados, fortaleciendo el sentimiento de pertenencia e identidad con la Institución. Resalta su espíritu solidario y desinteresado al promover fondos de auxilio para otorgar bienestar a un sinnúmero de estudiantes, a través de becas y apoyo asistencial.
El 19 de abril de 1941 se inaugura el Aula Magna, centro de la vida artística y cultural de la Universidad y de la ciudad por excelencia, que hasta la actualidad cobija a una de las Temporadas Artísticas más importantes del país.
A partir de la década de 1950, la Casa de Estudios termina de consolidarse académicamente y culminan las obras de construcción contempladas en el proyecto original. Además se crea, en 1960, la Escuela de Graduados, canalizando la ingente necesidad de perfeccionamiento y especialización en postgrado de sus profesionales. En 1963, se entrega el primer Grado de Doctor en Ingeniería de Latinoamérica.
Con los nuevos aires traídos por la década del ‘60 gracias a los movimientos sociales, el género femenino comienza a jugar un rol más decisivo en diversos ámbitos, ganando espacios al insertarse paulatinamente en la política, el campo laboral y la educación superior. La Universidad ve titularse así a la primera mujer en 1964, teniendo la presencia femenina una participación creciente a lo largo de los años, tanto cualitativa como cuantitativamente.
Con el correr del tiempo, el Plantel amplía sus carreras, diversificándose para dar respuesta a las crecientes demandas de los años ‘70 en las áreas de la tecnología, ciencia e innovación; experimentando una acelerada expansión y adaptación a los nuevos tiempos.
Viñeta Smith-Solar
El ex presidente de la República don Eduardo Frei M., en la colocación de la primera piedra de la Sede Viña del Mar
Casa del Rector, vista fachada oriente
USM destaca por la formación de profesionales de excelencia
Armadura de las primeras cerchas para el Hall de Montaje del Campus Casa Central Valparaíso
Estudiantes USM en Campus Casa Central Valparaíso
Desde 2020 la USM cuenta con una certificación por consumo eléctrico solo de energías renovables
Siguiendo los preceptos de su fundador, de servicio a la comunidad y mirando siempre al futuro y a las necesidades de desarrollo del país, a partir de la década de los ‘60 se inicia un proceso de expansión a nivel nacional e internacional.
El 9 de octubre de 1966, y con la presencia del Presidente de la República de ese entonces, S.E. Eduardo Frei Montalva, en el sector de El Olivar se pone la primera piedra del espacio que albergaría la Escuela Técnico Profesional, actualmente Sede Viña del Mar José Miguel Carrera, dado el crecimiento que había experimentado la Escuela de Artes y Oficios, que en esos años operaba en Campus Casa Central Valparaíso. La naciente Sede abre sus puertas a las actividades docentes en 1969, con el objetivo de formar técnicos de excelencia en ciencia y tecnología, abarcando las áreas de construcción, alimentación, electrotecnia, química, mecánica y diseño. Todas especialidades muy necesarias en ese momento, cuando se vive un marcado proceso industrializador.
El mismo año, en la región del Biobío se inicia la construcción de la Escuela de Técnicos Universitarios, actualmente Sede Concepción Rey Balduino de Bélgica, en agradecimiento al aporte del estado belga tanto en financiamiento como asesoría técnica docente. Desde hacía varios años y bajo el estímulo de la Corporación de Fomento de la Producción –CORFO–, las autoridades y los propios industriales de la zona venían madurando la idea de dotar a la región de un importante plantel educativo orientado al área científico-tecnológica, dada la carencia de mano de obra calificada para el progreso industrial y empresarial. De esta forma, el nuevo centro empieza sus actividades curriculares en 1971, con carreras como Electrónica, Electricidad, Mecánica de Mantenimiento y Química Analítica. Su inauguración oficial se realiza en 1972, con la asistencia del Presidente de la República, S.E. Salvador Allende Gossens; el embajador de Bélgica en Chile, Franz Taelemans y las autoridades del Plantel. Tres años después, la Escuela de Técnicos Universitarios provee a esta zona de sus primeros egresados, quienes le dan un fuerte impulso a la región.
En la década de los ‘70, mientras el país vive una convulsionada vida política y radicalización de los movimientos sociales, la Universidad establece directrices de investigación e innovación prioritarias para el quehacer educacional y el conocimiento práctico y teórico, potenciando su aporte al saber humano. De este modo, se puso énfasis en ampliar el conocimiento de alto nivel, favoreciendo el diseño, la planificación e investigación de proyectos de desarrollo.
En 1974 se crea la Vicerrectoría de Investigación y Asistencia Técnica, dividida en la Dirección de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y la Dirección de Servicios y Asistencia Técnica. La primera, destinada a impulsar la investigación dentro de la Universidad; y la segunda, a coordinar las prácticas y proyectos de esta.
En la década de los ‘80, la celebración del cincuentenario se lleva a cabo bajo un perfil esencialmente académico, con simposios, conferencias, premiaciones y notables visitas; promoviendo la difusión del quehacer universitario a la comunidad. La Institución se reorganiza y reestructura académica y administrativamente, dividiéndose en tres grandes áreas que reunían todas las disciplinas impartidas: las facultades de Ciencia, de Ingeniería y de Administración. Así mismo, el Plantel encara con lineamientos claros la internacionalización, generándose un acercamiento concreto con establecimientos europeos y de Estados Unidos de primer nivel, con el objetivo de fomentar el intercambio científico, tecnológico y estudiantil.
En los ‘90 se inicia un nuevo periodo de expansión, que continúa hasta el día de hoy. En ese contexto se crean dos nuevos campus en 1995: en Santiago –sector de El Golf, comuna de Las Condes, con carreras del área de la administración e Informática– y Rancagua; trasladándose el primero el año 2000 a su actual ubicación en la comuna de Vitacura, y reinaugurándose el segundo en 2009 con nuevas y más amplias instalaciones. La apertura en 1996 del Campus Guayaquil, en Ecuador, da respuesta concreta a la inevitable globalización del conocimiento, convirtiéndose en el primer Plantel de educación superior chileno en experimentar un proceso de internacionalización conforme a su plan de desarrollo estratégico. Asimismo, en 1996 se crea la Oficina de Asuntos Internacionales (OAI), teniendo como finalidad salvaguardar las relaciones académicas y de investigación de la Institución con la comunidad mundial.
Prosiguiendo en la misma senda de satisfacer las demandas de los nuevos tiempos, a partir del año 2000 –y en alianza con Línea Aérea Nacional (LAN-Chile)– inicia sus labores la Academia de Ciencias Aeronáuticas (ACA), estrechado los lazos entre las actividades académicas y el mundo empresarial, para formar profesionales de primer nivel en el área.
En 2001 se crea el Instituto Internacional para la Innovación Empresarial (3IE), para impulsar el desarrollo productivo del país mediante el emprendimiento, la innovación y la creación de nuevas empresas orientadas al mercado global, transformándose en una entidad articuladora de los distintos actores que se desempeñan en los ámbitos ecónomicos y de nuevas tecnologías, a través de sus unidades y centros de competencias específicas.
Hoy la sociedad se ve enfrentada a un desafiante escenario mundial, donde las innovaciones deben aportar soluciones que tengan un claro valor para las personas y donde los profesionales sean agentes activos de cambio, sensibles a los impactos sociales y medioambientales, y no simplemente creadores de tecnologías. La misión de la formación científica, profesional y humana en el marco de la excelencia, impone entonces el desafío de crear y difundir nuevo conocimiento, preparando personas idóneas que se sitúen a la vanguardia del desarrollo del país.
Por ello en esta última década la Universidad ha impulsado un fuerte crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo, que le permiten consolidar su liderazgo en ingeniería, ciencia y tecnología.
El incremento de la investigación científica y de alumnos de pre y postgrado, ha ido acompañado de una fuerte inversión en infraestructura para satisfacer las nuevas necesidades, manteniendo incólume el sello de calidad y prestigio de la Institución. En este contexto, en 2008 se inaugura el Edificio para la Innovación Tecnológica, que alberga a los centros dedicados a la investigación aplicada, con la clara tarea de generar valor y reforzar vínculos con el sector productivo.
Con el propósito de afianzar la presencia de la Universidad en la capital, en 2009 abre sus puertas un nuevo campus en Santiago, específicamente en la comuna de San Joaquín, contemplando las áreas más tradicionales de la ingeniería, como: obras civiles, electricidad, mecánica, minas y química, además de informática, que se traslada desde Vitacura. Este nuevo campus forma parte importante de la estrategia de expansión y consolidación de la Universidad en un escenario tan importante como es la capital del país, transformándose en una Casa de Estudios con vocación nacional, desempeñando un rol fundamental de liderazgo en la formación de profesionales de excelencia para el desarrollo de la sociedad y el país.
Ese mismo año, siguiendo la línea de crecimiento en infraestructura y equipamiento para la mejora del proceso enseñanza–aprendizaje, se entrega la primera fase del Edificio Placeres con nuevas aulas y laboratorios, continuando con una segunda etapa que se inaugura en 2011.
El importante rol que cumplen las sedes, en permanente desarrollo, también se ha visto reflejado en la necesidad de contar con nuevas dependencias para sus profesores, funcionarios y alumnos: en 2010 se inaugura en Concepción el edificio de Mecatrónica, y en Viña del Mar los edificios de Informática, en 2009; y “Santa María Carrera”, en 2012. Esta última, la obra más grande construida en la Sede en toda su historia.
Es que la Universidad entiende que la formación de excelencia requiere de los mejores espacios para que los miembros de su comunidad puedan desarrollar sus labores con el mayor confort y seguridad.
La labor de la Universidad no es solo formar profesionales con amplios conocimientos técnicos y teóricos, sino además, entregar principios que contribuyan al enriquecimiento del espíritu humano y al engrandecimiento de la sociedad. Ciencia, arte y deporte confluyen en un mismo espacio, fundiéndose en el alma de los “sansanos”. Una convergencia integral de principios y valores sustentados en el pluralismo e independencia, ayudan al aprendizaje y al descubrimiento y construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Hoy iniciando el siglo XXI, pasado y presente se conjugan en esta Universidad. El ímpetu de las nuevas generaciones mantiene vivo el anhelo de un hombre, don Federico Santa María Carrera, que dejó volar su espíritu altruista y emprendedor sin límites, hace más de un siglo. Su legado es fruto de su visión, voluntad e imaginación, valores que poseen pocos hombres llamados a construir la historia.