El también investigador Rubén Castro Landman emprende vuelo a Washington DC para iniciar el desafío de modernizar los modelos de microsimulación que el Banco Mundial utiliza en su apoyo cuantitativo a las políticas sociales.
La historia del profesor e investigador Rubén Castro Landman se remontan a 1994 cuando viajó desde Arica para comenzar su formación académica en la carrera de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad Técnica Federico Santa María. Años más tarde, compartió sus conocimientos como investigador y profesor en el Departamento de Ingeniería Comercial y hoy emprende vuelo a Washington DC para iniciar el desafío de modernizar los modelos de microsimulación que el Banco Mundial utiliza en su apoyo cuantitativo a las políticas sociales. En esta entrevista, relata su carrera y los nuevos desafíos que le esperan en Estados Unidos.
¿Cómo parte su historia con la USM?
Mi familia era de Valparaíso y conocían la USM, así que me atraía mucho por su reputación; además yo no quería irme a Santiago a estudiar así que era la mejor opción. Después, cuando me titulé, trabajé un tiempo como profesor, pero después me quise dedicar a la Política Pública y eso me llevó a hacer un magíster el año 2001 en Economía. Ahí pude conectarme con los temas de ciencias sociales desde lo cuantitativo, lo cual ha sido mi vocación desde entonces.
Recuerdo que durante mis años como estudiante siempre me fascinó el cálculo. Estudié con mucho placer los ramos de cálculo uno, dos, tres y cuatro. Hasta el día de hoy esa es mi área dura, calcular cosas, desarrollando una representación simplificada de la naturaleza. La verdad, ello me encanta y me ha ido bien en esta especialización.
¿Cuál fue su primer trabajo una vez titulado?
Yo había trabajado un poco en la USM haciendo clases en modalidad part time, pero mi primer trabajo formal y full time fue en el Ministerio del Trabajo, donde ejercí durante siete años antes de irme a hacer un doctorado.
¿Cómo nace la idea de continuar los estudios y hacer un doctorado?
El Ministerio del Trabajo estaba involucrado en diseñar lo que después fue la Reforma de Pensiones del 2008. Fue un proceso muy bien estudiado y discutido. Yo por suerte pude participar de ello, junto a muchas personas que tenían doctorados, entonces entendí que para seguir creciendo en esa carrera, que tenía una veta técnica muy dura y una pata académica también muy dura, era importante el doctorado. Digamos que me contagié del espíritu que veía en mis pares e hice el doctorado en Demografía, no en Economía porque ya había estudiado bastante esa materia y quería expandirme un poco hacia otras áreas de las ciencias sociales desde lo cuantitativo. Además, tenía a mi disponibilidad una beca muy buena en la University of Pennsylvania, ubicada en la ciudad de Philadelphia, Estados Unidos. Estuve allí cuatro años, para volver el 2011 a Chile. En mi retorno, trabajé para el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales, donde estuve siete años, hasta que me vine a la USM.
¿Qué tal fue ese regreso?
Al volver comencé a hacer consultorías, que se sumaron a la parte académica. Entonces me mantuve en consultoría, investigación y docencia. Esto fue creciendo hasta hoy, que me dedico totalmente al trabajo técnico en Políticas Públicas.
¿Qué asignaturas has impartido en su trayectoria como profesor de la USM?
Partí como profesor asistente cuando estaba estudiando. Fui ayudante de Organización Industrial, y después, cuando volví al Departamento de Ingeniería Comercial, enseñé Microeconomía y luego Macroeconomía. Esta fue una derivación natural por intereses intelectuales.
Nuevos rumbos
¿Cómo nace esta oportunidad de trabajo en una organización tan relevante como lo es el Banco Mundial?
Llegó un momento en que toqué techo como consultor externo. Para poder seguir creciendo necesitaba estar en los cuarteles centrales de las instituciones internacionales que se dedican a mi área de trabajo. Y estas oficinas están en el extranjero. Revisé las ofertas de trabajo que se publican en los sitios web de esas instituciones, y rápidamente tuve la suerte de que apareció una que calzaba muy bien con mi perfil. Fui seleccionado rápidamente. Mi misión se desarrollará en Washington DC, Estados Unidos, y se enfoca en analizar y modernizar los modelos de microsimulación que el Banco Mundial utiliza en su apoyo cuantitativo a las políticas sociales.
¿Los aprendizajes obtenidos en la USM han contribuido a alcanzar este logro?
Totalmente, desde el principio fue un gran aporte porque yo siempre tuve una inclinación a lo cuantitativo y esa es una de las grandes fortalezas de la USM. Gracias a esos primeros pasos, partí con una formación académica sólida en el área.
Son muchos los profesores que podría nombrar en este camino, quienes me incentivaron a seguir mi vocación, por ejemplo, el profesor Nicolás Porras de Física 100, fue quien me enseñó a valorar la formación cuantitativa con la que enfrentamos los fenómenos naturales. De ahí pasé al siguiente ramo, de Física casualmente, con el profesor Viktor Slüsarenko, que también tenía ese equilibrio tan interesante entre el foco de la naturaleza que nos rodea y la modelización cuantitativa. En este momento, también recuerdo a mis profesores de Cálculo y al profesor Walter Fraser que me presentó el pensamiento económico desde lo cuantitativo.
¿Cuáles son sus expectativas de cara a este nuevo desafío?
Tengo la expectativa de estar primero unos seis meses conociendo bien lo que ellos hacen, conociendo a las personas, las dinámicas humanas, las relaciones con los clientes y por supuesto las herramientas con las que cuentan. Yo creo que voy a empezar a hacer propuestas más importantes recién cuando complete un año ahí, y espero el segundo año dedicarme de lleno a hacer las modernizaciones que ellos esperan que yo haga.
Finalmente, espero viajar, conocer gente, atender clientes de Europa del Este y Asia Central, ya que el Banco trabaja mucho con ellos. La verdad ello me tiene bastante emocionado. El Banco Mundial es muy grande y abarca muchas áreas. Fue creado al mismo tiempo que el Fondo Monetario Internacional después de los años de crisis que hubo en la primera mitad del siglo XX, con el fin de ayudar a generar estabilidad y crecimiento en los países. El Banco trabaja en muchas áreas, como la educación, economía, y la seguridad social, entre otros.
Personalmente, no descarto la idea de regresar a Chile, y espero volver a hacer clases en la USM. Creo que podré transferir mucho de mi experiencia a las nuevas generaciones, y espero además buscar convenios entre el Banco y la universidad.