Columna de opinión de la Dra. Miryam Valenzuela, investigadora asociada del Centro de Biotecnología “Dr. Daniel Alkalay Lowitt” de la USM.
Desde inicios de año, una enfermedad ha estado causando grandes pérdidas en el cultivo del plátano. Producida por una nueva raza del hongo Fusarium, esta enfermedad ha tenido un fuerte impacto económico y afecta a la principal variedad que se cultiva, habiendo una falta de alternativas eficientes de control que han hecho difícil combatirla.
Este impacto de los patógenos en la producción vegetal no es la primera vez que sucede ni tampoco es la única amenaza en la actualidad. El caso más emblemático es la hambruna que se produjo en Irlanda en los años 1845 a 1849 debido a la enfermedad del tizón tardío de la papa, que provocó la muerte de alrededor de un millón de personas y la emigración de una importante parte de la población.
Otros ejemplos son la tristeza, causada por un virus, que ha arrasado con grandes superficies de cítricos en África y América, y el fuego bacteriano del manzano y peral en Norteamérica y Europa, entre muchas otras epidemias que han causado grandes pérdidas a nivel global.
En la actualidad nos enfrentamos al surgimiento de nuevos patógenos como la bacteria Xyllela fastidiosa que afecta entre otras especies al olivo, naranjo, duraznero y vid, y la enfermedad denominada Huanglongbing, que ha sido catalogada como una de las amenazas socioeconómicas más importantes para la producción comercial de cítricos a nivel mundial.
En nuestro país, es de reciente aparición el cancro bacteriano del kiwi, el cual fue detectado por primera vez en Italia y posteriormente en Nueva Zelanda. Para evitar propagación y controlar esta enfermedad, se han realizado esfuerzos por parte del Servicio Agrícola y Ganadero con la participación del sector privado y universidades e instituciones de investigación.
Debido al impacto de las enfermedades de las plantas, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 2020 como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal, con el objetivo de hacer conciencia sobre la importancia de proteger la salud de las plantas para la erradicación del hambre, la reducción de la pobreza, la protección del medioambiente e impulsar el desarrollo económico tanto de grandes como pequeños agricultores.
Como hemos visto, las enfermedades de las plantas no sólo conllevan pérdidas económicas, sino también tienen efectos sociales e incluso ponen en riesgo vidas humanas por inseguridad alimentaria. Por lo anterior, es esencial la labor de todos los estamentos, como las labores de vigilancia que realiza el Servicio Agrícola y Ganadero, el estudio del patógeno y las posibles medidas de control que realizan las universidades e instituciones de investigación y la colaboración de los agricultores en la detección y en la oportuna toma de medidas de contención. Todos los ciudadanos podemos colaborar en detener las plagas y enfermedades, no introduciendo material vegetal no autorizado y apoyando el trabajo de la autoridad en las campañas de erradicación.