Columna de opinión de Dr. Francisco Cereceda, profesor titular Departamento de Química y director Centro de Tecnologías Ambientales (CETAM)
El 5 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Eficiencia Energética, una fecha que resalta la importancia del uso responsable de la energía. En Chile, donde la demanda energética crece constantemente, mejorar la eficiencia en el consumo es una prioridad.
En la última década, Chile ha diversificado su matriz energética, alcanzando en 2024 un 70% de generación eléctrica de origen renovable. Este avance ha posicionado al país como líder regional en transición energética, ocupando el puesto 20 en el Energy Transition Index 2024 del Foro Económico Mundial. Además, se ubica como el cuarto país con mayor avance en descarbonización desde 2015, con un incremento de 5.8 puntos en su índice. Este reconocimiento refuerza la afirmación de que Chile es un actor clave en la transición hacia una energía más limpia y sostenible.
Cabe señalar que la Ley N.º 21.305 (2021) establece medidas para una gestión más eficiente en sectores clave, incluyendo un Plan Nacional de Eficiencia Energética; calificación energética de edificaciones; estándares de eficiencia para vehículos; incentivos para vehículos eléctricos y obligaciones para organismos del Estado
La normativa obliga a grandes empresas a optimizar su consumo y fomenta el etiquetado de eficiencia para edificaciones y vehículos.
Sin embargo, más allá de las políticas públicas, la eficiencia energética requiere el compromiso de la ciudadanía. Medidas como el uso de ampolletas LED, el aislamiento térmico y la movilidad sustentable pueden reducir significativamente el consumo energético.
El apagón del 25 de febrero, que afectó a 98,5% de la población chilena, expuso la vulnerabilidad de la infraestructura eléctrica. La desconexión de la línea Nueva Maitencillo-Nueva Pan de Azúcar generó una reacción en cadena en el Sistema Eléctrico Nacional. Este evento subraya la necesidad de modernizar la red de transmisión y de que los ciudadanos adopten soluciones de energía renovable en sus hogares.
Así, la instalación de paneles solares o aerogeneradores ofrece múltiples ventajas como autonomía energética, reduciendo la dependencia de la red; ahorro económico, con una inversión que se amortiza en el tiempo y menor impacto ambiental, reduciendo la huella de carbono y fortaleciendo la red eléctrica.
En la última década, el país ha reducido un 63% sus emisiones de CO₂ por MWh generado, gracias al retiro de 1.679 MW de plantas a carbón y la incorporación de más de 19.000 MW en energías renovables. Sin embargo, persisten desafíos como la agilización de permisos, la expansión de redes de transmisión y el fortalecimiento del almacenamiento energético.
La eficiencia energética y la descarbonización son claves para un desarrollo sostenible. Chile avanza como líder en energías renovables, pero es fundamental acelerar el proceso mediante reformas en la infraestructura eléctrica y el mercado energético. Con esfuerzos conjuntos, el país podrá consolidar su posición como referente mundial en sostenibilidad y garantizar un futuro más limpio y seguro para las próximas generaciones.
