Columna de opinión de Carolina Erices, profesora del Departamento de Ingeniería Comercial USM.
El escenario financiero se convierte en un espacio de notable intriga cuando el dólar, como protagonista, despliega su coreografía caprichosa. Esta danza, que ha acaparado la atención, durante todo del año 2022, así como también, en los últimos meses del presente año, se asemeja a un bailarín en movimiento perpetuo. El valor del dólar se presenta como un punto focal de atención constante y especulación incansable. Desde una perspectiva académica, este fenómeno adquiere relevancia al analizar cómo los factores económicos influyen en la volatilidad de la moneda.
Las autoridades económicas se mantienen cautivas por esta danza financiera. La inestabilidad del dólar las insta a permanecer alerta, asumiendo roles de guardianes en la entrada de un intrincado laberinto financiero. En determinados momentos, la incertidumbre adquiere una tangibilidad evidente, llevando incluso a la intervención del Banco Central. Este último, en su papel de mediador, aporta recursos como un bálsamo financiero para atenuar las fluctuaciones y restablecer la calma en el valor de la moneda. En este sentido, el Banco Central emerge como una institución que intenta controlar las oscilaciones caóticas de esta danza monetaria.
No obstante, a pesar de las recientes variaciones en su valor, es crucial destacar que la moneda estadounidense se encuentra a una distancia considerable de los máximos históricos que inquietaron a las autoridades el año pasado, cuando superó la barrera de los mil pesos, las alarmas resonaron intensamente, y las autoridades observaron con ansiedad cómo sus temores se materializaban. Este punto enfatiza la importancia de contextualizar las fluctuaciones actuales dentro de un marco histórico y considerar la evolución temporal de las tendencias del dólar.
Al enfocar nuestra atención en la última semana, el dólar estadounidense ha acumulado un incremento del 2,87%. Sin embargo, en el análisis interanual, aún presenta una disminución del 9,09%. Este ascenso en su valor rompe la racha positiva que se había establecido en las últimas cuatro sesiones de cotización del mercado. La volatilidad de la última semana se sitúa en un 21,24%, una cifra significativa que queda por debajo de la volatilidad anual del 24,07%. Este dato sugiere que, al menos en esta etapa, el dólar ha optado por una interpretación menos cambiante de lo que se anticipaba.
Esta danza financiera, donde el dólar se desliza y eleva en el escenario económico, se convierte en un recordatorio constante de la impredecibilidad inherente a los mercados. A medida que los inversores y las autoridades siguen atentamente el compás de esta moneda, se hace evidente que, en el mundo financiero, como en cualquier coreografía, es esencial adaptarse a las sorpresas inesperadas y acoger la incertidumbre con una mezcla cautelosa de destreza y agilidad.
