Universidad Técnica Federico Santa María

Expertos reflexionan en torno a la tecnología inteligente en los hogares

21 - marzo - 2024

Claudio Lobos, Berioska Contreras y Xavier Bonnaire, entregan su opinión respecto a un tema que ha tomado valor en los últimos años.

Lo que alguna vez fue un recurso de la ciencia ficción, hoy es el común denominador en los hogares del mundo: la llamada “tecnología inteligente” se ha hecho patente desde hace algunos años, partiendo por los “smartphones”, un recurso esencial para el día a día, a electrodomésticos como las lavadoras, refrigeradores e, incluso, aspiradoras capaces de tomar decisiones por su propia cuenta.

¿El fin? Facilitarnos la vida. Al menos es la idea primigenia del desarrollo de estas nuevas tecnologías que, según los expertos, efectivamente nos ayudan a desempeñar nuestras labores diarias, pero a un costo que algunos considerarían “demasiado alto”.

En la opinión de Claudio Lobos, director del Departamento de Informática de la Universidad Técnica Federico Santa María, si estas nuevas tecnologías son mal utilizadas o no son sometidas a estándares normativos elevados, pueden “ser muy peligrosas”.

Como expresa el director Lobos, al estar conectados a internet, los electrodomésticos inteligentes pueden llegar a ser muy útiles. Desde proporcionar información sobre los productos que tenemos en nuestro refrigerador, a activar recordatorios sobre la ropa en la lavadora que debemos tender, o bien, una limpieza programada de nuestro hogar por parte de las aspiradoras robóticas, cada vez más populares en las casas chilenas.

Las ventajas están y son evidentes, pero también lo son los riesgos. “Estamos constantemente produciendo mucha información, y es a partir de esta información que el espionaje puede ser algo complicado”, indica Lobos, añadiendo que parte de esta información compartida puede ser el tipo de productos que usamos, nuestras preferencias y nuestros comportamientos como consumidores. Estos aspectos podrían determinar, según añade el director, alzas artificiales de precios o un tráfico de nuestros datos que nos perjudicarían en un futuro no muy lejano.

“Un refrigerador podría detectar que mi dieta no es muy sana, lo que en un escenario tal vez significaría que los sistemas de salud, como las isapres, podrían penalizarme porque tengo un mayor riesgo de contraer alguna enfermedad relacionada a mis hábitos alimenticios”, ejemplifica el director Lobos en un escenario que podría parecer extraído de una película de ciencia ficción, pero que no está tan alejado de la realidad.

Filtración de datos

Según la docente de Ingeniería Civil Telemática, Berioska Contreras, las nuevas tecnologías se han enfocado en expandir las funciones de dispositivos de uso diario más que en el desarrollo de aparatos novedosos como tal, lo que significa que el dispositivo deja de tener una función específica y constante y comienza a procesar los datos que surgen para tomar decisiones, y así acciones.

“En un termo eléctrico inteligente, la inteligencia reside en un microcontrolador que permite la operación de un algoritmo de inteligencia artificial que aprende del consumo de mi casa para calibrar la temperatura beneficiosamente”, señala la especialista, añadiendo que la “inteligencia tiene una base computacional y es susceptible a la obsolescencia de su propio sistema y aplicaciones”.

De esta manera, la profesora Contreras señala que estos aparatos pueden ser víctimas de errores y malos funcionamientos, tal como ocurre con otros dispositivos corrientes, sin embargo, el margen de estos errores hoy es más amplio y peligroso. Volviendo al ejemplo anterior, la docente comenta: “el termo será vulnerable a alguna falla tarde o temprano, pero la pregunta es si fue diseñado para resistir fallas o ataques, desde su manufactura. Si eso es así, entonces debería contar con una certificación, entregándome certeza y confianza de que no será usado para otros fines que calentar el agua”.

Y es que, a diferencia de los aparatos antiguos, la responsabilidad que albergan los dispositivos inteligentes es mucho mayor ya que se encuentran más vulnerables a divulgar información pasivamente, así como también a ser fuente de desinformación, es decir que sus datos sean modificados.

Claudio Lobos señala que puede ser “difícil detectar quiénes, en qué momento y cómo se está recabando la información”. Además, precisa que este “robo” de información técnicamente no es tal, ya que todo esto funciona de acuerdo con los términos y condiciones que los usuarios admiten a la hora de adquirir un producto y aceptar los acuerdos para su funcionamiento. Parte de estos acuerdos normalmente involucra la recopilación de información que es enviada posteriormente a compañías que cruzan datos para generar perfiles de usuarios y de potenciales clientes, lo que determina que en ocasiones a través de redes sociales se nos entregue contenidos y avisajes relacionados a contenidos y productos que nos interesan.

“Uno piensa en, por ejemplo, comer pizza, y al rato en Instagram o en Facebook nos aparecen promociones de pizza. Nos ponemos paranoicos y pensamos que hasta nos leen la mente, pero es porque estas aplicaciones usan toda esta información para captar nuestros perfiles y determinar lo que necesitamos o queremos”, explica Lobos, asegurando que, pese a lo provechoso que pueda parecer la automatización de las respuestas a nuestros deseos, hay un problema ético de fondo.

Espionaje

Según constata el doctor en informática y profesor asociado de la USM, Xavier Bonnaire, el espionaje y principal robo de informaciones personales se produce a través de la filtración de datos desde fuentes variadas, y una de estas son las aplicaciones de los teléfonos celulares. “Muy pocas personas se toman el tiempo de leer y chequear los permisos que una aplicación pide durante su instalación”, señala el especialista en ciberseguridad, aseverando que los riesgos incrementan cuando estos softwares son instalados desde sitios no oficiales.

Pero, ¿realmente es tan grave la filtración de nuestra información personal a través del internet? Bonnaire explica que en estos tiempos de sociedad digitalizada “los datos valen oro”.

“El espionaje industrial donde está claro que el robo de información puede beneficiar a un competidor, la recopilación de datos personales pueden servir a los ciberdelincuentes para por ejemplo realizar ataques con usurpación de identidad y varios otros tipos de estafas, pero también sirven para las empresas para armar campañas de propaganda orientada a un cierto tipo de consumidores o a una persona en particular”, sostiene el académico, haciendo hincapié en el dilema ético que alberga el fondo de este tema.

Soluciones

Una de las principales preguntas que golpea a los expertos es cómo evitar las problemáticas generadas por esta tecnología. Claudio Lobos plantea que “la única solución visible es volver a lo primitivo: deshacernos del celular, de las tablets, etc., y perdernos las ventajas a cambio de un mayor nivel de privacidad”, pero inmediatamente lo descarta, entendiendo que es imposible en la sociedad actual deshacernos de los mismos avances generados por décadas de ciencia y tecnología.

Por su parte, Berioska Contreras explica que “desde la disciplina de la criptografía hay estándares internacionales que la comunidad adopta y nadie se escandaliza si la seguridad de un algoritmo caduca, y luego, se convoca a la comunidad científica a construir algo mejor. Es decir, los algoritmos son perfectibles, ergo la inteligencia artificial también lo es”.

En ese sentido, el director Lobos asegura que por parte de la Unión Europea ya existen “estándares elevados” para proteger a los consumidores del robo de sus datos personales.

Finalmente, llevándolo a un terreno más práctico, el doctor Bonnaire asegura que “para evitar el robo de datos personales, la mejor solución es ser cuidadoso en lo que hacemos en Internet. No instalar aplicaciones dudosas, mirar bien los permisos que pide una aplicación antes de instalarla, no publicar informaciones personales en las redes sociales”.

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