La estudiante de Ingeniería en Informática y activista digital, Valentina Muñoz, participó en el Encuentro “Culturas y Ciudades en Iberoamérica: Conversaciones desde Bogotá”, representando a Chile como Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para las Naciones Unidas.
La estudiante de Ingeniería en Informática de la Universidad Técnica Federico Santa María, Sede Viña del Mar, Valentina Muñoz, conocida en redes sociales como Chica Rosadita, fue una de las más de 160 líderes culturales de los 22 países que participaron en el Encuentro “Culturas y Ciudades en Iberoamérica: Conversaciones desde Bogotá”, organizado por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, Colombia.
Muñoz fue invitada a este espacio internacional por su destacada labor como Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para las Naciones Unidas, donde compartió su experiencia en el ámbito del activismo feminista y digital, además de reflexionar sobre los desafíos éticos y sociales de la transformación tecnológica.
“Representar a Chile en un espacio tan diverso fue un enorme honor y una oportunidad para compartir la visión de nuestra generación sobre el futuro digital, social y cultural de las ciudades iberoamericanas”, destacó Muñoz, quien valoró el encuentro como una experiencia “profundamente enriquecedora y de construcción colectiva”.
Durante su participación, la activista abordó la importancia de promover una ciudadanía digital consciente y con derechos, un tema que ha marcado su trayectoria como vocera juvenil en instancias diplomáticas. “Si todas las personas habitamos el espacio digital, entonces también deberíamos tener una ciudadanía que respalde nuestra identidad en el ciberespacio, con derechos y deberes claros”.
Asimismo, subrayó la urgencia de discutir temas como la soberanía de los datos, el derecho a no ser vigilado, la protección de los datos biométricos y el derecho a la desconexión, desafíos que —a su juicio— deben incorporarse en la agenda política y social de los países iberoamericanos.
En el contexto del encuentro, Muñoz también relevó la necesidad de visibilizar las voces de las mujeres jóvenes en los espacios tecnológicos y diplomáticos, expresando que “estos espacios son esenciales para romper los techos de cristal que aún existen, la colaboración internacional permite que las mujeres jóvenes podamos incidir, no solo como beneficiarias de políticas, sino como creadoras de soluciones”.
En esa línea, destacó que el diálogo intergeneracional “es necesario para diseñar políticas sostenibles ya que construir el futuro también significa conversar entre las generaciones que hoy ostentan el poder y las que comienzan a incidir políticamente”.
Uno de los temas que la estudiante puso sobre la mesa fue el adultocentrismo como barrera para el verdadero diálogo intergeneracional. Durante una de las actividades del encuentro, centrada en juventudes, los jóvenes fueron separados en otro edificio para debatir entre ellos, situación que consideró contradictoria con el espíritu de colaboración del evento.
“Si bien generar redes juveniles es muy importante, creo que el diálogo intergeneracional es el camino y una forma de solución sostenible en el tiempo, creo que excluir a las juventudes de los espacios de mayor visibilidad envía un mensaje que no contribuye al propósito central del encuentro”.
Su planteamiento fue valorado por los organizadores, quienes se comprometieron a incorporarlo en futuras ediciones del evento, realizado cada dos años en el marco de la Bienal de Cultura de Bogotá.
Finalmente, Muñoz destacó que el espacio le permitió reafirmar su compromiso con una transformación digital justa, inclusiva y centrada en las personas. “Me llevo la certeza de que la transformación social no puede venir solo desde la innovación tecnológica, sino desde una ética del cuidado, cuidar la información, los espacios digitales y la convivencia en nuestras comunidades”.
Para la activista, encuentros como este confirman que la cultura también es una forma de gobernanza, una vía para fortalecer la democracia y construir una ciudadanía más participativa. “Bogotá fue un escenario donde las juventudes no solo fuimos escuchadas, sino reconocidas como aliadas estratégicas para el futuro de Iberoamérica. La cooperación internacional puede y debe tener rostro joven, digital y con perspectiva de género”, concluyó.