Columna de opinión de Santiago Geywitz, profesor del Departamento de Diseño y Manufactura de la USM.
Cada 29 de junio se celebra el Día Mundial del Diseño Industrial, con la finalidad de destacar el trabajo que realizan los profesionales de este rubro que contribuyen a la mejora de la calidad de vida de las personas y al desarrollo integral de las sociedades.
Según la Política de Fomento del Diseño 2017-2022, el diseño es un “proceso estratégico destinado a resolver problemas, aplicable a productos, sistemas, servicios y experiencias, cuyos resultados redundan en innovación, éxito en los negocios y en una mejor calidad de vida”. Este mismo documento se inicia con el decálogo del diseñador industrial alemán, Dieter Rams:
- El buen diseño es innovador
- El buen diseño hace útil un producto
- El buen diseño es estético
- El buen diseño hace un producto comprensible
- El buen diseño es discreto
- El buen diseño es honesto
- El buen diseño hace que un producto sea duradero
- El buen diseño tiene en cuenta hasta el más mínimo detalle
- El buen diseño respeta el medio ambiente
- El buen diseño es diseño en su mínima expresión.
Podríamos desarrollar cada uno de estos puntos para honrar esta fecha y el día a día de los diseñadores industriales por su aporte al desarrollo del país. El diseñador industrial, es aquel capaz de desarrollar productos, dispositivos y servicios, con especial foco en la forma y función, pero sin dejar de considerar la manufactura y el impacto medioambiental de sus diseños. Los diseñadores industriales lideran equipos de trabajo multidisciplinarios, a modo de satisfacer necesidades y/o demandas, por lo que en su quehacer desarrollan todos y cada uno de esos puntos, pero, quiero destacar algunos:
Innovación, y creatividad especialmente en diseño, no es solo agregar un detalle estético (que por lo demás debe ser parte del buen diseño), sino como la definición CORFO lo indica, “innovación es el desarrollo de nuevos o mejorados productos, procesos o servicios que consideren un grado de novedad y valor agregado para la empresa, considerando como eje central el impacto económico, pero también social y ambiental, para contribuir al desarrollo sostenible de nuestro país es aquella que agrega valor”.
Diseño duradero, por estos días, está cada vez más presente la obsolescencia programada, aquella que impulsa a comprar-usar-botar; y aquí aplica que, el buen diseño hace que un producto sea duradero. A eso, hoy le agregamos que debe ser pensado también para su posterior fin de vida, sumándole atributos de separabilidad, modularidad, reciclaje, reutilización, entre otros, extendiendo su vida útil más allá del producto mismo, y/o de cada una sus partes.
En esta línea, es importante recalcar que el buen diseño respeta el medio ambiente. No olvidemos que el decálogo de Dieter Rams es de 1970, y hoy le respondemos con las herramientas, por ejemplo, del “ecodiseño”, lo que nos lleva a pensar en el diseño más allá de un buen producto-proceso, sino que también valoriza cada uno de sus impactos desde el origen de los materiales hasta el cómo gestionamos el fin de vida de los mismos.
Finalmente indicar que la formación de profesionales del diseño industrial, en nuestro caso desde “Ingenieria en fabricación y Diseño Industrial”, tiene el foco en formar profesionales integrales e íntegros, con foco en el desarrollo del país y región, desde el diseño, para un desarrollo sostenible.
Feliz día del diseño industrial y a seguir impulsando el diseño y la sostenibilidad.