Universidad Técnica Federico Santa María

Los mejores cielos del mundo para observar el espacio están (en peligro) en Chile

Por: Odette Toloza

, académica.

Departamento de Física.

27 - marzo - 2025

Este 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Astronomía, oportunidad que aprovecha la autora de esta columna para alertar sobre el avance del proyecto industrial INNA en el norte de Chile, el que según expertos afectará la observación del espacio en la zona. Sostiene que “es fundamental reflexionar sobre cómo equilibrar el desarrollo sostenible con la preservación de nuestros cielos. La transición hacia energías limpias es imprescindible, pero debe realizarse de manera responsable y sin comprometer otras áreas”.

En las últimas décadas, la astronomía ha experimentado avances extraordinarios que han ampliado significativamente nuestra comprensión del universo. Misiones como la del telescopio espacial James Webb han permitido observar las primeras galaxias formadas tras el Big Bang, así como analizar en detalle las atmósferas de exoplanetas, y explorar fenómenos hasta ahora inaccesibles y entender mejor los orígenes del universo.

En reconocimiento a la relevancia de esta área del conocimiento, en 1973 se estableció la celebración del “Día de la Astronomía”, una iniciativa impulsada por Doug Berger, entonces presidente de la Astronomical Association of Northern California. Esta conmemoración, que comenzó como una instancia local, hoy se ha extendido a nivel mundial, incluso, desde 2013, en Chile, una de las capitales mundiales de la astronomía que la celebra cada año durante el mes de marzo, cuando ocurre el fenómeno astronómico del equinoccio de otoño en el hemisferio sur (y de primavera en el hemisferio norte).

Que Chile sea un referente mundial en astronomía no es un hecho fortuito. Sus cielos despejados y con mínima contaminación lumínica es una de las principales condiciones que han permitido descubrimientos extraordinarios desde observatorios como Paranal. No obstante, la instalación de un megaproyecto industrial en sus proximidades podría alterar estas condiciones de manera irreversible. El proyecto INNA impulsado por AES Andes busca establecer un complejo industrial para la producción de hidrógeno y amoniaco verde en la comuna de Taltal, a unos pocos kilómetros de centros astronómicos de relevancia mundial: Sí, el Observatorio Paranal, y los futuros ELT y CTA.

La construcción de esta planta de hidrógeno verde cerca del Observatorio Paranal genera sentimientos encontrados en la comunidad astronómica. Los avances en energías limpias y renovables son fundamentales en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, este ambicioso proyecto pone en riesgo otro patrimonio invaluable: nuestros cielos oscuros.

Chile es considerado la cuna de la astronomía moderna y alberga algunos de los telescopios más avanzados y poderosos del mundo. Se estima que para el 2030, nuestro país concentrará más de la mitad de la capacidad de observación astronómica global gracias a la instalación de grandes telescopios en el norte del país. Esta posición privilegiada se debe, en gran medida, a los cielos oscuros y prístinos que ofrece nuestro territorio, especialmente en el desierto de Atacama, uno de los lugares más aptos del planeta para la observación astronómica y que se ven amenazados precisamente por este proyecto.

La preocupación no es infundada. La contaminación lumínica, turbulencias y polvo en suspensión podría degradar la calidad de las observaciones astronómicas, afectando el trabajo de científicos de todo el mundo. Organizaciones como la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS) y expertos en el área han advertido sobre el impacto que este proyecto podría tener en un campo en el que Chile ha sido líder durante décadas.

Aunque AES Andes asegura que el complejo industrial para la producción de hidrógeno y amoníaco verde se ubicaría dentro de la Reserva Eólica de Taltal, una zona destinada al desarrollo de energías renovables, el Ministerio del Medio Ambiente desmintió dicha afirmación y destacó que el Proyecto INNA no está incluido dentro de los Polos de Desarrollo de Generación Eléctrica (PDGE) definidos por el Estado para la región, tal como se detalla en el informe de la SEREMI de medio ambiente de Antofagasta.

El megaproyecto INNA, con una inversión de US$10.000 millones, se encuentra en una etapa crítica de su evaluación ambiental. El pasado 24 de febrero, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) debía decidir si el proyecto continuaría su tramitación o sería rechazado por falta de información.

En los días previos, una campaña en redes sociales y medios logró reunir 28.900 firmas en apoyo a la solicitud de término anticipado del proyecto. Estas fueron entregadas junto al informe del SEREMI del medio ambiente el cual realizaba un listado extenso de observaciones al proyecto. Sin embargo, la entidad decidió continuar con la evaluación ambiental. Uno de los aspectos más preocupantes es que el SEA adoptó el límite de la Unidad Astronómica Internacional (UAI) del 10% sobre el brillo natural del cielo a 45° como tope en su guía de evaluación. Hasta ahora, la mayoría de las estimaciones indican que este criterio no se cumple, lo que podría comprometer la calidad del cielo nocturno para la observación astronómica.

Por si fuera poco, el proceso de evaluación del impacto del Proyecto INNA no solo considera sus efectos en la astronomía, sino también su impacto ambiental en la biodiversidad, incluyendo especies como la chinchilla y diversas especies de flora. Además, se analiza el impacto en la comunidad local de La Colorada, cuya actividad pesquera se vería afectada por la construcción, operación y posterior desmantelamiento del terminal marítimo contemplado en el proyecto.

Actualmente, el proceso no solo contempla la opinión de expertos, sino también la participación ciudadana, abierta hasta el 3 de abril de 2025. Por esta razón es fundamental que la comunidad científica y la ciudadanía presenten observaciones bien fundamentadas y con respaldo ciudadano durante este período. Estas opiniones serán ponderadas en la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) del proyecto, influyendo en su aprobación o rechazo.

Dicho esto, parece necesario recalcar durante estas fechas en los que, más que “celebrar” la disciplina astronómica, debemos protegerla. Hoy, más que nunca, nos vemos en la necesidad de resguardar nuestros cielos estrellados, que son uno de los tantos patrimonios nacionales que aún nos quedan en el país. Y es que no solo representan una ventana al universo, sino también una fuente de inspiración para las futuras generaciones. El avance hacia un futuro más sustentable no debe hacernos perder aquello que nos conecta con las estrellas.

Además, existen soluciones viables: desde la implementación de estrictas medidas de mitigación y regulaciones específicas hasta la reubicación del proyecto en una zona con menor impacto astronómico. La clave está en el diálogo entre la comunidad científica, las autoridades y las empresas involucradas.

Es fundamental reflexionar sobre cómo equilibrar el desarrollo sostenible con la preservación de nuestros cielos. La transición hacia energías limpias es imprescindible, pero debe realizarse de manera responsable y sin comprometer otras áreas. Mucho menos. Mucho menos con una tan valiosa y con tanto potencial como la astronomía.

*Originalmente publicada en Ciper Chile

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