Columna de Roberto Muñoz, académico del Departamento de Ingeniería Comercial.
El segundo mito a discutir es que los economistas maximizan beneficios de las firmas, por lo tanto, son tolerantes a prácticas como la colusión. En este caso hay un doble error. Por una parte, la maximización de beneficios es un supuesto de comportamiento, que en economía se usa para predecir las decisiones que libremente tomará un agente económico racional. Pero no es que el economista esté imponiendo esa decisión, como insinúa el mito, sino que la decisión que libremente toma la firma es típicamente consistente con un supuesto de comportamiento de maximización de beneficios.
Obviamente se dan casos donde la maximización de beneficios es cuestionable como supuesto, pero son la excepción más que la regla. Si las firmas se comportaran con otra lógica, entonces el supuesto de maximización de beneficios en los modelos fallaría estrepitosamente y los economistas se verían forzados a cambiarlo, pero ese no es el caso. Por otra parte, el contexto donde se produce esa maximización es uno de competencia, eventualmente imperfecta y, por lo tanto, se rechaza enérgicamente cualquier conducta que atente contra la competencia, como lo es la colusión.
En algunos casos la competencia no será posible, como en los monopolios naturales y en tales casos se recurre a la regulación, buscando maximizar el bienestar social. Sin embargo, es sabido que la regulación es un pobre sustituto de la competencia y, por lo tanto, se intenta introducir competencia en tanto sea posible.
Un aspecto que puede resultar sospechoso respecto a la actitud del economista frente a la colusión, es la defensa de prácticas como la reducción de sanciones a quien confiesa haber participado de una colusión y delata a sus socios: la delación compensada. Es importante entender que la presencia de precios altos no puede interpretarse automáticamente como colusión, sino que puede ser el resultado de otras fallas de mercado. Por lo tanto, la delación compensada se convierte en una herramienta esencial para la autoridad para poder detectar, desincentivar y eventualmente castigar la colusión.
En este punto, es necesario recordar la columna anterior y enfatizar que el economista no tiene control sobre las decisiones de los agentes económicos, solo puede intentar predecirlas y es lógico que en tal predicción el economista suponga que cada agente económico es racional y, por lo tanto, decide lo que le resulta más conveniente. Alternativamente, en algunos modelos económicos se les restringe a los agentes sus posibilidades de elección y, por lo tanto, la predicción de lo que decidan en ese escenario restringido puede resultar más simple, pero no sería una decisión libre.
Es importante aclarar este punto, porque la maximización de beneficios no debe ser interpretada como un objetivo del economista, sino como un supuesto de comportamiento que se ajusta razonablemente a la realidad. Adicionalmente, una condición básica de libre mercado es que se implementará la competencia en tanto sea posible, lo que evidentemente es incompatible con prácticas como la colusión.