El encuentro, organizado por la profesora Gabriela López, tuvo como objetivo conocer la realidad de tres profesionales que viven con esta neurodivergencia.
Desde pequeñas se sintieron diferentes, percibían que no encajaban en ningún grupo y que para ser parte de ellos tenían que ocultar sus verdaderas personalidades, lo que les provocaba ansiedad y muchas veces comportamientos que no eran socialmente aceptados. Sus historias son muy similares y con una condición común: ser parte del espectro autista.
Estas son las vivencias de Stefani Mardones, Francesca Fuentes y Sandra Wynants, quienes fueron parte del conversatorio denominado “Reivindicando la neurodivergencia”, organizado por la profesora Gabriela López de Ingeniería en Diseño de Productos (IDP).
El objetivo de la actividad, según precisó la encargada del Taller 5, fue “visibilizar la condición del espectro autista como una característica más de la diversidad que hay cultural y mundial entre las personas y así hacer más conscientes a los estudiantes y asistentes que la diversidad no solamente es género sino que, además, implica cosas que no vemos como el autismo”.
En la oportunidad, las invitadas compartieron su experiencia sobre qué significa vivir con una neurodiversidad como el autismo en nivel 1, lo cual les permite integrarse en la sociedad de manera funcional, enfrentando constantemente la necesidad de explicar su condición a quienes las rodean.
En el caso de Stefani Mardones, investigadora y artista, comentó que actualmente está desarrollando una tesis para su doctorado la cual está enfocada en el autismo y los símbolos comúnmente asociados a esta condición, como por ejemplo el rompecabezas, que sugiere una persona encerrada en sí misma, o el color azul, que implica una condición de masculinidad. Stefani busca evidenciar estos estereotipos, con el fin concientizar la detección y visualización de la condición del espectro autista tanto en hombres como mujeres.
Masking
Un tema que fue muy tratado por las participantes fue el “masking” que, en términos simples, es ponerse una máscara o camuflar las conductas con el fin de ser aceptadas socialmente.
Sandra Wynants, educadora diferencial, explicó que cuando era niña pasó por todas las modas y estilos, “imitaba muchas formas, pero sentía que no encajaba en ningún molde. Las personas autistas, especialmente las mujeres, a menudo buscan encajar, adaptándose a diferentes modas. Esto puede llevar a que la condición autista en mujeres sea menos diagnosticada, ya que pasamos más desapercibidas”.
Por su parte, Francesca Fuentes, artista y gestora cultural, compartió que el masking para ella era una cuestión de «supervivencia», ya que de esta manera lograba ser aceptada. Sin embargo, señaló que esto frecuentemente refleja la dificultad para socializar que enfrentamos las personas autistas.
Lo principal de esta actividad no fue sólo reconocer la neurodiversidad en estas profesionales, sino que la experiencia profundiza la necesidad de contar con el diseño universal como eje principal en la generación de nuevas soluciones que mejoren la calidad de vida de las personas.
Tras contar sus experiencias, los estudiantes tuvieron la oportunidad de hacerles preguntas a las invitadas siendo una actividad enriquecedora para todos los asistentes.